Querido lector:

Creo que ahora mismo nadie conoce la verdadera implicación, interés y por tanto comportamiento final del electorado español en las repetidas elecciones generales del 26-J. Los estudios demoscópicos y los análisis realizados como consecuencia de los mismos nos dan varias claves... pero con la objeción de la incertidumbre siempre por delante.

Que si habrá una participación de al menos cinco o seis puntos inferior a la del pasado 20-D, lo que implica una abstención mayor que puede determinar varios escaños.

Que el PP volverá a ser el partido más votado, quizá con algún punto más que los obtenidos el 20-D.

Que Unidos Podemos parece ya consolidar el famoso sorpasso al PSOE, al que dejaría sin iniciativa poselectoral por convertirse en la principal fuerza de la izquierda.

Que esa pérdida de apoyos del PSOE llegará a un nuevo suelo electoral y que tal circunstancia ocasionará un terremoto orgánico.

Que Ciudadanos aumentará también algún punto en relación al 20-D aunque sin sumar con el PP un bloque de centroderecha con posibilidades de formar gobierno, o que precisaría abstenciones o apoyos muy difíciles de otras fuerzas.

Que todas estas muestras demoscópicas dan como resultado una consolidación de la ruptura del bipartidismo para convertirlo en lo que han llamado un cuatripartidismo, que además supone una polarización entre derecha e izquierda (PP y Unidos Podemos) con dos partidos más débiles al centro (PSOE y Ciudadanos), pero siempre con fuerzas nacionalistas como elementos de distorsión o apoyo, según se mire, para los acuerdos poselectorales cara a una futurible gobernanza.

Así las cosas, en la campaña que se avecina parece que Castellón no importa demasiado bajo el criterio de las visitas de los principales líderes. Ninguno tiene previsto recalar por aquí. Según la demoscopia, como muy mucho puede cambiar de color un senador en función de la fuerza del sorpasso... pero son 5.000 votos muy largos. Con esa perspectiva poco rédito les puede esperar. Así que... campaña tranquila.