El alcalde de l’Alcora, Víctor Garcia, llegó a la alcaldía con aires de cambio. Los que su partido, Compromís, enarbolaba en la presidencia gracias al apoyo del PSPV y el concejal del Grupo de No Adscritos. Creyó tanto en ese cambio “necesario” que cuando entró en su despacho y vio el mobiliario pensó que era anticuado para acomodar tanta renovación.

Y dicho y hecho. Se implicó en la puesta a punto del pisito, como Mary Carrillo y José Luis López Vázquez hicieron en la película de Ferreri y Ferry de 1959. Todo por sentirse cómodo. Mientras cerca de un millar de vecinos esperaban una oportunidad laboral. Hoy son 886 los que esperan ese contrato. Pero Garcia consideró que frente a su anunciado “rescate ciudadano” era prioritario invertir en mobiliario. Ese aire renovado no lo podían aportar un puñado de contratos. El que cientos de familias reclaman.

Un año en el que Garcia ha seguido acomodándose en su pisito. Esta vez con un salón de plenos reformado que le ha costado más de 150.000 euros. Y con un cambio de cerraduras. No vaya a ser que las puertas que han permanecido abiertas desde que tenemos memoria democrática, le generen situaciones embarazosas. ¿Transparencia? Un alcalde acomodado en un despacho al que 886 familias esperan poder entrar para encontrar un empleo digno que resuelva su drama. El que prometió Garcia. Nuestro despacho, que es el de todos los vecinos de l’Alcora, está siempre abierto. H

*Concejala del PP de l’Alcora