Las 7.30, suena el despertador como cada lunes y después de una ducha y de vestirme me preparo el desayuno. Un café solo para empezar la jornada con las pilas bien cargadas y la batería llena de energía. Y es que este lunes, no era un lunes más. Era el primero del principio del fin. El primero de un nuevo paso adelante. El primero de una nueva etapa. El primero de la fase 1 tras 65 días de estado de alarma.

Como cada lunes, mi primera parada es el ayuntamiento. Tocan comisiones a partir de las 9.30, pero por el camino ya se respira otro ambiente, otro color. Benicàssim deja de ser una ciudad fantasma y va volviendo a cobrar poco a poco la vida que ya se notaba en estas fechas.

Me hace especial ilusión ver las primeras cafeterías con clientes, sonriendo y departiendo entre ellos, con los camareros o con los dueños. Unos dueños que, por fin, han podido retomar su actividad después de más de dos meses sin ingresos. Durante el recorrido, aprovecho para saludar a algunos conocidos que con entusiasmo me comentan que: «ja tocava» o «ja teníem ganes».

Claro que tenían ganas, todos las tenemos, yo misma tengo muchas ganas de poder almorzar mi tradicional Coca-cola y medio bocadillo. Suelen decir que lo importante no es el dónde sino con quien. Muy de acuerdo, y de eso seguramente hemos aprendido mucho este confinamiento. Pero qué importantes también son los espacios que envuelven esos momentos. Costumbres que nos habían arrebatado de la noche a la mañana y que no sabíamos que podíamos echar tanto en falta. Muchas de ellas, curiosamente, tienen que ver con las cafeterías, los restaurantes y, como canta Gabinete Caligari, con los bares, qué lugares para conversar.

¿Porque a quién no le apetece su desayuno en el bar de siempre?, o ¿sus cenas de viernes con los amigos?, o ¿el parón para almorzar?, o ¿degustar el menú del bar de su barrio?, y ¿qué me dicen del vermut del domingo?, y ¿de la paella frente al mar ahora que el buen tiempo ha llegado? O que simplemente el camarero le diga aquello de «¿lo mismo de siempre, no?». Pues con esta primera fase, ya podemos cumplir una parte de esta lista de deseos.

En Benicàssim queremos que tanto dueños como clientes vuelvan a sentirse como en casa. Que la experiencia sea la misma dentro de esta nueva normalidad.

Para ello, hemos empezado por ampliar las terrazas. El turismo y la hostelería son clave para la riqueza y las oportunidades de nuestra ciudad. Pese al golpe que ha supuesto la pandemia y la improvisación de Sánchez, desde el equipo de gobierno estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para frenar la caída.

Así, hemos planteado cerrar al tráfico la avenida Castellón y la calle Santo Tomás en fines de semana. Sabemos que es una decisión difícil y pedimos a los vecinos paciencia porque cuantos más autónomos salvemos mejor para todos.

Igualmente, concederemos ayudas para la desinfección y limpieza de los locales, y pondremos en marcha posibles bonificaciones que ayuden a afrontar la falta de liquidez.

Todo con un único objetivo: que pedir lo de siempre, suene como siempre.

*Portavoz de Ciudadanos en la Diputación y teniente alcaldesa en Benicàssim