Con solemnidad republicana, tan parecida a la tradición monárquica, aunque el jefe del Estado, al que se ha llamado «monarca republicano», reciba, en vez de la corona, el collar de Gran Maestro de la Legión de Honor, Emmanuel Macron fue investido este domingo octavo presidente de la Quinta República. El presidente más joven de la historia de Francia llega al cargo en medio de una gran esperanza en un país deprimido y pesimista que no valora lo que tiene.

Pero esa esperanza suele acompañar siempre a los nuevos presidentes y dura poco, hasta que el Gobierno adopta las primeras medidas, que son acogidas siempre con una fuerte contestación en unos u otros sectores. El caso de Macron es especialmente significativo, porque su elección lo fue en gran parte como un mal menor -el primer día algunos sindicatos ya se manifestaron contra él- frente al peligro de Marine Le Pen y con un 60% de votantes resignados pero insatisfechos.

El discurso de investidura de Macron, sin embargo, demostró que ha detectado muy bien los problemas de Francia. Dijo que iba a basar su mandato en dos grandes exigencias: devolver la confianza a los franceses y reconciliarlos entre ellos mismos porque lo que Francia debe aportar al mundo se ve debilitado por la división en el interior del país. Reafirmó con contundencia que cumplirá sus compromisos y que no cederá en nada. «El trabajo será liberado, las empresas serán sostenidas, la creación y la innovación estarán en el corazón de mi acción», dijo, al tiempo que repitió que los franceses que se sienten «olvidados» volverán a tener protección en una Francia para todos. Destacó asimismo su compromiso europeísta.

La tarea del nuevo ocupante del Elíseo, como él mismo reconoció, es inmensa y no será nada fácil, porque un hombre que se presenta como ni de izquierdas ni de derechas -o, mejor, de izquierdas y derechas a la vez- será atacado por ambos flancos. La designación este lunes de su primer ministro y después del Gobierno serán indicios de la dirección que piensa tomar. Por el momento, las listas de La República en Marcha para las legislativas representan una gran renovación política, con una enorme presencia de novatos en esta actividad, representantes de la sociedad civil, y respetan estrictamente la paridad de sexos (de los 428 candidatos decididos, 214 son hombres y 214 mujeres). Es un buen comienzo.