No se trata del primer caso de corrupción y amaño de resultados detectado en el mundo del deporte, pero la desarticulación de una mafia que llevaba a cabo estas actividades delictivas en España, en partidos de fútbol de Primera y Segunda División, pone de nuevo sobre la mesa una práctica fraudulenta que atenta contra la limpieza dentro de los terrenos de juego y que proporciona notables beneficios ilegales a quienes se aprovechan de las grandes cantidades que se mueven dentro del universo de las apuestas, más de 7.000 millones de euros el año pasado.

Los 10 detenidos por la Policía Nacional--entre los que se cuentan el presunto cabecilla de la organización, el exjugador del Real Madrid Raúl Bravo, y el presidente de la Sociedad Deportiva Huesca-- formaban parte de un entramado que se dedicaba a controlar determinados encuentros (no solo el resultado final, sino también en el descanso u otros asuntos menores, en apuestas combinadas sobre córneres o faltas) con la intervención de jugadores que recibían dinero a cambio de participar en el tongo.

Imputados por pertenencia a organización criminal, corrupción entre particulares y blanqueo de capitales, venían siendo investigados desde la denuncia formulada por la Liga a raíz del Huesca-Nàstic de la temporada 2017-18, que generó un gran movimiento de apuestas extrañas y de ingentes cantidades provenientes de Ucrania y China a través de apostadores profesionales.

La falta de regulación en determinados países, mayoritariamente asiáticos, y la globalización de este tipo de apuestas permiten unos amaños que, aun siendo computarizados por programas informáticos en tiempo real y perseguidos por las autoridades, muchas veces se escapan del control policial. No así esta vez, en lo que representa una de las acciones más contundentes contra este tipo de prácticas delictivas que suponen la existencia de un mercado negro con grandes transacciones, la mayor parte en competiciones menores y, por eso, menos controladas. En otros deportes, desde el tenis al béisbol o el baloncesto, se han dado casos similares, y en el fútbol el mayor fraude se dio en Italia en el 2006, con la participación de Juventus, Fiorentina y Lazio, que, además de las consecuencias penales individuales, descendieron administrativamente de categoría. Cuando se cierre la investigación y se confirmen las pesquisas, deberán tomarse decisiones drásticas, por el bien del deporte y el prestigio de la competición.