Por norma general, siempre habrá un papel, una colilla, un excremento sin recoger... El incivismo, por desgracia, se continúa dando y es una cuestión que resulta difícil de abordar. Tener las calles, las aceras, los parques y los jardines como el salón de una vivienda no parece fácil de conseguir, pero otra cosa muy distinta es que haya lugares donde parece que nunca ha pasado un barrendero, o que lo hace con menos frecuencia de lo que se considera necesario para poder salir a la calle y no tener que ir pendiente a cada paso de llevarse una desagradable sorpresa pegada a los zapatos. El problema de los perros, sus cacas y sus orines, suele ser el más común a la hora de definir las carencias de la limpieza viaria, y resolverlo no es tarea fácil.

Incivismo en su máxima expresión, por más campañas que se hagan desde distintos ayuntamientos de la provincia advirtiendo de lo desagradable que resulta encontrarse con una caca en el trayecto o con un rincón pestilente debido a los orines, por no hablar de la base de muchas farolas que están inservibles con el paso del tiempo.

Nules levantó la veda hace pocas semanas con su alcalde empeñado en castigar este tipo de acciones que cometen los propietarios de perros en su casco urbano. Ahora coge el testigo l’Alcora, cuyo flamante alcalde, Samuel Falomir, expresa su indignación ante el cariz que toma la problemática en su municipio. Tanto que tiene luz verde de la Delegación del Gobierno para que policías locales de paisano empiecen a patrullar las calles para sancionar como merecen a los autores de estos despropósitos. Mano dura para acabar con las malas prácticas.