Querido lector:

En Castellón la afición al running, al atletismo, al maratón... a las carreras en general, populares o competitivas, ha aumentado en los últimos años como la espuma. Toda la geografía castellonense a lo largo del año es un rosario de pruebas y más pruebas. Pero hay unas pocas que destacan sobremanera. Y una de ellas, por supuesto, es la maratón de la capital. Una prueba que se ha consolidado notabilísimamente en sus pocos años de historia gracias a esa afición exponencialmente creciente, pero también gracias a sus características y personalidad propias, a la organización que siempre ha recibido comentarios modélicos y fuera de lo deportivo a la proyección que otorga a la ciudad y su capacidad como evento dinamizador de la economía local, tanto en pernoctaciones hoteleras como en la restauración y el ocio.

Pero ayer, como si la cosa no fuera importante, nos encontramos sorpresivamente con la noticia de que este evento deportivo cambia de fecha. En vez de diciembre, será en febrero. Para los no aficionados, una noticia sin más, pero para runners, atletas y aficionados en general, una noticia que ha generado un espectacular debate, especialmente virulento en las redes sociales. Y no demasiado favorable que digamos.

Hoy en Mediterráneo les exponemos lo más equilibradamente que hemos sabido las principales ventajas e inconvenientes que a nuestro juicio puede tener dicha modificación, un balance que, me imagino, habrán tenido en cuenta los responsables de la decisión, en especial el concejal de Deportes, Enric Porcar, responsable de la política deportiva de Castellón y conocedor del calado de la modificación del evento en el amplio mundillo del running.

Y de esta reflexión concluyo dos cosas que no me gustan. La primera, el secretismo con que se ha llevado a cabo, sin debate político y sobre todo sin debate ciudadano. Y la segunda, mi sospecha de que la decisión solo ha tenido un elemento en verdad disuasorio, que no es otro que el incremento de la aportación económica de uno de los patrocinadores para alejarlo y poblar más el de Valencia, que es el que de verdad le interesa. Y eso, aquí sienta mal.