Todos estaban dando saltos en el centro de la cancha celebrando una heroica victoria con una canasta en el último segundo. Kawhi Leonard, perdiendo el equilibro y casi cayéndose hacia atrás, lanza el balón que vota tres o cuatro veces sobre el aro y finalmente entra. Los Toronto Raptors acaban de conseguir con esos puntos entrar en la final de la Conferencia Este de la NBA.

Todos están dando saltos menos uno. Las cámaras captan a Marc Gasol abrazando a un jugador del equipo rival, los Sixers. Joel Embiid llora desconsolado y Marc le rodea con sus brazos. Se ve cómo le grita para que, en mitad del bullicio y el jolgorio, pueda escuchar cómo le felicita por una gran temporada a pesar de lo ocurrido minutos antes. Le dice que tiene un gran futuro por delante y que volverá a tener la oportunidad de demostrar su talento. Esta imagen es de hace algo más de un mes y esta semana Marc ha vuelto a ser noticia al conseguir su equipo ganar la final y, por tanto, un anillo de la NBA. Lo ha hecho diez años después de que su hermano Pau se hiciera con el primero de los dos que ya tiene.

Las declaraciones de Marc al terminar el partido confirman que no solo es un ganador nato sino que es un tipo especial. No habla nunca en primera persona, siempre menciona el trabajo en equipo y siempre tiene palabras de respeto y elogio para el rival vencido. Incluso tras un día tan dulce habla del sufrimiento, del esfuerzo y de los malos momentos de la temporada ante los medios. Marc ha cerrado un curso excepcional en lo profesional pero yo me quedo con aquel momento del pasado mes de julio en el que le vimos en mitad de su verano de estrella participando en un rescate en el mar Mediterráneo con Proactiva Open Arms.

Y no se quedó en aquella acción. Estuvo en la rueda de prensa en la que la organización denunció la omisión de socorro en un rescate en el que hubo varias víctimas. Podía haberse puesto de perfil o haber elegido palabras más suaves. Especialmente porque su imagen en el mar había provocado que algunos le criticaran. Pero no se achantó. Recordó que vio el cuerpo de un niño de unos 3 o 4 años. Pensó que estaba dormido. Estaba muerto. Habló de «rabia e impotencia». «Esto no puede quedar así», añadió. Para quienes tenemos hijos seguidores de la NBA es una suerte encontrar jugadores como Marc Gasol que enseñan cómo ganar y, sobre todo, cómo proteger a los que siempre les toca perder.

*Periodista