Hemos superado los 20 años de festivales. Desde aquel primer FIB en Benicàssim han seguido naciendo o renaciendo otros en nuestra geografía valenciana. Visto en perspectiva, al FIB le pasó aquello del vini, vidi, vinci. Vino, vio (le vieron) y venció. Venció y convenció. Venció todas las resistencias y prejuicios formulados desde ese temor a lo nuevo que suele asomar como síntoma de nuestra bipolaridad crónica.

Pero lo nuevo necesita amigos (Ratatouille dixit). Y los tuvo y los tendrá siempre. Me refiero a todo aquello que signifique innovación. Avanzar en la renovación del modelo turístico, su diversificación y su adaptación a tiempos que reclaman cambios para ser relevantes en un mundo global. Un mundo cuyos mercados y flujos turísticos ignoran y desprecian la rutina. Hoy tenemos una red de festivales internacionales cuyo conocimiento y prestigio nos mundializa. Pensemos en el galardonado Rototom y las 70 nacionalidades que lo frecuentan con un nivel de fidelización excepcional.

Y tenemos más. Desde el FIB al Low de Benidorm, Les arts, etc… suceden muchas cosas interesantes. Hemos alcanzado una cierta masa crítica de convocatorias que bien podrían generar una suerte de marca de calidad. Un sello distintivo que buscará la excelencia en base a parámetros de rentabilidad social, económica, cultural, artística, etc. Los festivales vertebran toda la Comunitat. Estamos ante un producto turístico que moviliza una enorme cantidad de recursos, personas, viajes, alojamientos, hostelería y toda suerte de servicios. Una oferta que despliega grandes estrategias de promoción y márketing. Un fenómeno que genera riqueza y empleo. Y, siempre tuvimos claro, constituían en sí mismos una gran operación de futuro.

Pero si queremos liderar el futuro de los festivales, tenemos que reflexionar sobre su evolución, perspectivas, fortalezas, debilidades y nuevas oportunidades. La Agencia Valenciana de Turismo vamos a inspirar este proceso compartido con todos. Los poderes públicos, el sector turístico y las sociedades anfitrionas no pueden permanecer inertes dejando que las cosas fluyan sin más. Y como quiera que nuestro firme propósito es contribuir a que nuestra Comunitat esté en el mapa de lo positivo, tenemos que movernos para crear las mejores condiciones para que los nuevos retos sean resueltos satisfactoriamente. Los objetivos son razonables: seguridad jurídica, buen feeling entre la sociedad receptora y los públicos, complicidad impecable entre los actores públicos y privados. En definitiva, un marco estable, honesto y guiado por el win-win (todos ganan). H

*Secretario autonómico de Turismo