Cuando se decretó el estado de alarma, el sector turístico permutó todo instinto de negocio por esa solidaridad que solo muestran los grandes. Y lo hizo con tanta eficacia como agilidad. Se repatriaron sanos y salvos a decenas de miles de turistas procedentes de toda Europa. Al hacerlo, aunque fuese en aquellas horas oscuras, estábamos reconstruyendo nuestra propia marca turística. Cuando todo va bien, hacer cosas tiene un valor relativo. Cuando todo va mal, el sentido se multiplica. También lo hicimos con la caída de Tomas Cook o reponiendo este mismo año todas las infraestructuras de Turismo abatidas por los temporales Dana y Gloria .

Todo cuanto hagamos en este tiempo, tendrá su recompensa mañana. No creo que sea el karma, más bien las leyes de la causalidad (que no casualidad). Todo efecto proviene de una causa buscada, consciente, peleada.

El sector turístico, sus empresas y trabajadores, han protagonizado un enorme esfuerzo en los últimos meses. Ha logrado armar un sistema razonable y riguroso de seguridad en tiempos de pandemia. La protocolización de los estándares para mitigar los contagios en más de veinte subsectores dice mucho de una estrategia coral para generar confianza y credibilidad.

Es cierto que vivimos en una montaña rusa de noticias, sensaciones, percepciones y emociones, en las que basculan la positividad, la negatividad, el miedo, la esperanza… Pero no hemos regalado ni un minuto a la melancolía ni al derrotismo.

Este es un tiempo para hacer muchas cosas. Hacerlas incluso mejor de lo que teníamos previsto. Y precisamente uno de los mayores retos que tenemos no es otro que continuar construyendo marca. Una marca habita en la voluntad, propensiones y afectos de los mercados. Los mercados son personas y familias tomando decisiones, en este caso, en torno a sus destinos vacacionales. Inspirar el viaje hoy en día requiere fortalecer nuestra arquitectura de marca. Así lo hemos contemplado en el nuevo Plan Estratégico de Turismo 2020/25 que acabamos de aprobar. Aunque vivimos afrontando escenarios que mudan cada 24 horas, resulta imprescindible no perder la visión de luces largas que requiere todo sector económico que se precie.

El sector ha incorporado, en sus valores y atributos, la seguridad como un eje identitario de marca. Todas las medidas implementadas reman en esa dirección. Sumar la existencia de hoteles refugio para guardar cuarentena sin coste añadido en caso de contagio es otra pieza más de un sistema que deberemos continuar perfeccionando. Son las nuevas ventajas competitivas en un tiempo atípico y complejo de descifrar. Tampoco disponemos de tiempo para hacerlo. A la sostenibilidad, digitalización, calidad certificada de producto, capital humano, inteligencia de mercados, debemos asumir, para competir con garantías, el concepto de seguridad en todas sus versiones. Seguridad ciudadana, alimentaria, sanitaria, climática, etc. Así seguiremos, incluso en tiempos de pandemia, construyendo marca y reputación. H

*Secretario Autonómico de Turismo