Y de vueltas con el conseller Marzà. De verdad que me gustaría poder escribir sobre otros temas, pero es que todavía no he asimilado una barbaridad cuando nos hace otra. Lo que yo les diga, el Atila de la educación valenciana, por donde pasa no deja rastro de lo que pudo tener el sistema educativo de calidad y excelencia.

A mí me parece increíble la última norma en la que está trabajando el mandatario de Compromís: la orden que regula el sistema de reconocimientos de los centros de referencia en buenas prácticas. En fin… a priori suena bien ¿verdad? Pues no se dejen llevar por los titulitos y vayan a lo que hay detrás de esta norma que no es otra cosa que sectarismo y adoctrinamiento del bueno. Pensaba que Marzà pasaría a la historia como El Catalanizador, pero creo que El Adoctrinador le va mejor. Da miedo que en una democracia avanzada un conseller intente controlar de esta forma a los centros educativos. Voy a ponerles en antecedentes para que puedan comprender mejor que es lo que está pasando. En el año 2005, nació la red de centros de calidad con el propósito de conseguir la mejora de nuestras escuelas. Con ello se conseguía algo muy importante, el establecimiento de planes de mejora continua basados en hechos objetivos. Llega Atila, se fuma en pipa la red de calidad y como Luis IXV dice: la calidad soy yo. La monarquía absoluta al lado de Marzà era el Corral de la Pacheca.

Ahora ya no valen los criterios objetivos para distinguir el nivel de calidad que tiene un centro, ahora lo importante para tener excelencia es comulgar con el ideario de Compromís. Será Marzà y su equipo los que decidan si un centro merece o no un reconocimiento en función de su modelo lingüístico, su modelo de educación para el desarrollo sostenible, su modelo de igualdad, la interculturalidad… Cuestiones todas muy loables, que se pueden y se deben trabajar de forma trasversal en el aula, pero bajo ningún concepto se pueden medir en parámetros para evaluar la excelencia de un centro. Está muy bien formar a alumnos para que sean catalanistas, feministas y ecologistas ¡fenomenal! ¿Pero no deberíamos pedirle al conseller que se preocupara más por los resultados académicos, que es lo que verdaderamente preocupa a las familias y menos por la ideología? Estamos ante una verdadera obra de ingeniería social que intenta imponer con calzador el modo de entender la sociedad de Compromís. Tenemos nuestro sistema educativo en manos de un partido minoritario que hace política en las aulas para imponer su modelo.

El Sr. Marzà no quiere rankings para saber los centros que sacan mejores notas y ayudar a los que más dificultades tienen para que consigan mejorar sus resultados. Marzà quiere rankings ideológicos en las escuelas; saber quién comulga con la causa y quién no. Ponerle a los colegios que no acaten su ideario una letra escarlata ¡Es el colmo del cinismo!

*Diputada autonómica del PP