El éxodo de los refugiados con las enormes dificultades que conlleva la gestión de su llegada a un país empobrecido como Grecia, y en medio de una crisis económica y social de difícil salida, ha situado en un segundo plano las políticas del Gobierno de Syriza para salir del atolladero, pero en los primeros meses de este 2106 el debate sobre la austeridad y sobre el tercer rescate volverá a ocupar los titulares. Cuestiones de vital importancia que habían sido aplazadas como son la reforma laboral, la de las pensiones o la venta de las carteras de créditos morosos deben ser acometidas de inmediato, según mandan los acreedores.

El Gobierno que encabeza Alexis Tsipras tiene unos valores positivos que le pueden ayudar a salvar los dictados de la otrora llamada troika. Su mandato es todavía reciente, fruto de las elecciones del pasado mes de septiembre, y mantiene una buena cohesión interna. También juega a su favor la debilidad de la oposición. Lo que el Ejecutivo de Syriza tiene realmente en contra es el continuo desapego de una población decepcionada que sabe que solo le esperan más recortes y más frustraciones que acumular a las vividas en los últimos años. Un marasmo en el que se encuentran atrapados los 11 millones de griegos.