El talento individual, la fortaleza singular es la que acaba por cambiar las cosas. El rapto de valentía de Rosa Parks tras negarse a ceder su asiento un autobús a un hombre blanco supuso un cambio en las leyes de Estados Unidos y, en consecuencia, más libertad para todos. Todos los procesos de la historia que han supuesto alcanzar una mayor libertad han comenzado con un tiempo de valientes y, a veces, lo más heroico es lo más cotidiano, lo más íntimo.

Porque en verdad el ser humano nace libre y desde el amanecer de la civilización, la búsqueda de la libertad es el hilo motivacional que mueve el mundo, el argumento de la novela de nuestras vidas. Desde Pérez a Galdós a las canciones de Bob Dylan, la libertad subyace, como en las aventuras de Don Quijote o en la apesadumbrada vida de la Regenta.

Por eso resulta curioso que, justo en estos momentos, haya partidos que quieran prohibir. Los que creemos en el liberalismo y en el funcionamiento de un estado libre sabemos que el Estado de Derecho nos protege y la ley es nuestro refugio y aval. Sabemos de los límites que regulan la convivencia y de la necesidad de un país fuerte, cohesionado, moderado y que genere oportunidades.

En realidad el próximo 26 de junio está en juego justamente qué modelo de Estado queremos. Porque hay dos opciones tangibles de gobierno: que el PP siga liderando la creación de empleo y oportunidades en Castellón, que sigamos creciendo y siendo la locomotora de la Comunitat o que España caiga en manos del populismo de Podemos. Lo que se decide es, sin dudas, si las familias pueden seguir teniendo libertad de elección en el modelo educativo: que se pueda apostar por un centro público o uno concertado, que se pueda elegir y que el Estado lo garantice.

Lo que se decide es entre los que consideran que los empresarios son terroristas y luego abrazan a Otegi o entre a gente de bien, los que defendemos medidas para los autónomos y para la creación de empleo.

En realidad el próximo 26 de junio volvemos a ser llamados a las urnas para elegir si apostamos por más libertad económica, por menos impuestos y por menos administración o por aquellos que llevan en sus programas un aumento brutal de la presión fiscal para sangrar a las clases medias.

No estamos eligiendo si redecorar una vivienda, sino que estamos hablando de llenar la nevera y ser felices, de no prohibir tradiciones, de no recortar en las prestaciones sanitarias. Hablamos de garantizar las pensiones y de que Castellón vaya siempre por delante. Eso es lo que se debate y cada uno tenemos la última palabra. H

*Presidente de la Diputación de Castellón