La industria de la ficción televisiva de EEUU busca unicornios. O, lo que es lo mismo, mujeres, si pueden ser negras, latinas o asiáticas, para ocupar los más variados puestos de su industria, ya sean guionistas, productoras o protagonistas. Basta con tomar conciencia de las dificultades de encontrar un talento que tradicionalmente ha sido discriminado, para comprender por qué en el argot del sector se les llama unicornios. Por si alguien albergaba dudas sobre la efectividad del #MeToo, el #TimesUp (movimiento contra el acoso) o #OscarsSoWhite (denuncia sobre la marginalización de las comunidades no blancas delante o detrás de las cámaras), la demanda actual de la industria muestra la profundidad de un seísmo que ha agrietado mucho más que la superficie. No se trata de cumplir cuotas para tranquilizar conciencias, sino que se requieren múltiples visiones para conectar con una sociedad que ya no se conforma con una mirada estereotipada y quiere ver reflejada su pluralidad en los productos que consume. La diversidad ha llegado para quedarse, pero no será fácil. Aún son minoría las mujeres que ocupan cargos directivos, pero los estudios demuestran que los equipos liderados por mujeres presentan más diversidad de género y étnica en su composición, lo que irá favoreciendo la paulatina incorporación de mujeres y personas de colectivos hasta ahora discriminados a puestos de responsabilidad. No es una moda, es la respuesta a una necesidad. La sociedad es plural y quiere verse así de plural.