La convulsa situación política de Venezuela dio ayer un salto hacia la fractura total del país que puede acabar en un enfrentamiento civil, al que puede contribuir la gravísima decisión de Donald Trump de reconocer, sin pensárselo dos veces, a Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional que se autoproclamó «presidente interino» en Caracas. El anuncio de Guaidó y el apresurado reconocimiento hecho por Trump se produjo mientras decenas de miles de venezolanos organizados en asambleas vecinales se manifestaban en varias ciudades del país contra Nicolás Maduro para forzar su salida del poder.

El heredero de Hugo Chávez había tomado posesión para un segundo mandato presidencial el pasado jueves 10 de enero en medio de serias acusaciones de fraude electoral, sin gozar del reconocimiento internacional y poniendo en evidencia su aislamiento. Al clima de enfrentamiento vivido en las últimas horas en Venezuela cabe sumar el levantamiento de un grupo de militares hace tres días, pronto sofocado. Al precipitado mensaje de Trump le siguió una cascada de reconocimientos de otros países americanos.

Maduro ha sumido Venezuela en un estado tal de ruina económica que dos millones y medio de ciudadanos en tres años se han visto empujados a salir del país en busca de un horizonte mejor. La quiebra del país, más lacerante todavía por disponer de una riqueza enorme con el petróleo, se resume en una elocuente cifra, la que corresponde al índice de inflación previsto para este año, situada en los estratosféricos 10 millones por cien.

Era obvio que la situación en una Venezuela empobrecida, con un incompetente Maduro al frente y los dirigentes de la oposición en la cárcel, era insostenible. También lo era que se necesitaba apoyo y acompañamiento en busca de una salida. Varios esfuerzos internacionales, realizados con escasa convicción o con visiones partidistas como ocurrió con la mediación de José Luis Rodríguez Zapatero, que acabó avalando las tesis bolivarianas, no dieron resultado. Tampoco la UE manifestó excesivo interés cuando en octubre un grupo de países encabezados por España pidió que se impulsara el diálogo. Ahora, tras lo ocurrido ayer en Caracas y el reconocimiento del presidente interino encabezado por Trump, puede ser que aquellos buenos deseos lleguen demasiado tarde. El volátil clima puede desembocar en un enfrentamiento que todos, dentro y fuera de Venezuela, deberían evitar.