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Un país que se supone flemático y ordenado como es el Reino Unido no para de dar sorpresas. La última ha sido la rapidez con la que David Cameron será sustituido hoy como líder del Partido Conservador y como primer ministro cuando aún no han pasado tres semanas (sería deseable que en Madrid tomaran nota) del referéndum del brexit que fue una derrota sin paliativos de la arriesgada apuesta del hasta hoy ocupante de Downing Street. Theresa May no será la Angela Merkel británica como se ha apuntado. Ambas comparten datos biográficos, pero la forma de encarar la mayor crisis que tiene hoy Europa, que es la de la inmigración y los refugiados, dibuja una enorme diferencia. Mientras la cancillera abrió las puertas a la acogida en la confianza de que aquel gesto compasivo, pero también práctico para la industria del país, fuera seguido por otros, la británica defiende una línea dura al igual que ha hecho en otros campos desde la cartera de Interior que ha ocupado desde el año 2010. Será más Thatcher que Merkel. A May le corresponde ahora unir al partido, y devolver la confianza al mundo de los negocios, pero el mayor reto al que se enfrentará será, sin duda, la gestión del brexit. El capítulo de sorpresas que nos depara el Reino Unido no acaba con su llegada a Downing Street.