La falta de gestión y previsión de los gobiernos de Pedro Sánchez y Ximo Puig provoca incertidumbre. No acabamos de salir de la tercera ola y ya nos amenazan con la llegada de una cuarta, tratando de volver cargar a los ciudadanos, agotados y arruinados, con la responsabilidad de su incidencia mientras Puig se vuelve a cruzar de brazos esperando a ver qué pasa. No hay ni derrota del virus, ni control de la pandemia, ni previsión. Solo vemos torpes decisiones y, eso sí, mucha, muchísima propaganda.

En la primera ola, hace justo ahora un año de aquel memorable «la incidencia es muy baja» y «el coronavirus no mata» de Puig, podría haber cierta disculpa por haberles pillado de improvisto. Ante una posible tercera ola, en octubre, el propio president de la Generalitat aseguró que la Comunitat Valenciana estaba preparada y, la realidad es que hemos sufrido la peor incidencia a nivel nacional, con los meses de enero y febrero disparados. En la cuarta, tras casi 7.000 muertos en un año, no tendría perdón de Dios que nos sucediera lo mismo aunque, viendo cómo se comportan, no sería de extrañar que volviese a pasar.

En lugar de cambiar lo que no ha funcionado, corregir errores y prever escenarios, están a otra cosa, dedicados a que la propaganda política les siga funcionando. El ejemplo más claro es la vacunación que avanza de forma dispar en cada comunidad y, como siempre con la izquierda, en esa disparidad la Comunitat Valenciana siempre está a la cola. Mientras en Andalucía o Madrid ya hay vacunación masiva de los docentes en grandes pabellones, aquí nos entretienen vendiéndonos ¡los lugares! donde se producirán esas vacunaciones vaya usted a saber cuándo, con unas instrucciones genéricas y sin fechas. Es el modo de tenernos entretenidos. De hacer ver que hacen algo. En estas mismas páginas leíamos que «los grandes municipios de la provincia ultiman pabellones y recintos para vacunar». Pero el problema no es el dónde sino el cuándo y el quién. La realidad es que la provincia de Castellón se encuentra en el furgón de cola a la hora de recibir viales para vacunas. Somos, también en las vacunas, los últimos mientras Puig calla ante Sánchez. No se trata de anunciar el lugar donde vacunar sino las fechas, el procedimiento y el personal. Hay que prever qué pasa si la campaña coincide con una cuarta ola; cómo atender patologías retrasadas; si se detraerá personal de hospitales y centros de salud para la vacunación masiva; fijar un protocolo claro... pero parece que no haya nadie al otro lado. Están a otra cosa.

Desde el Partido Popular hemos propuesto habilitar para la vacunación a farmacéuticos, veterinarios, personal de Cruz Roja, Ejército… para cuando llegue abril contar con un equipo de profesionales preparado para vacunar sin necesidad de restar personal al sistema público valenciano. Pedimos test masivos, más rastreadores, seguimiento de las cepas, más camas UCI, pasaporte covid, ayudas directas a sectores, adoptar medidas con informes técnicos reales no a salto de mata y sin medir las consecuencias y, por supuesto, un plan de vacunación concreto. Hasta ahora, el caos de los protocolos ha sido vergonzoso. Ha habido fallos y por eso hemos solicitado una Comisión de investigación en Les Corts para saber la verdad sobre el proceso de vacunación, corregir los errores y que no se vuelvan a producir. También los del Botànic han votado en contra de forma sospechosa.

Puig no parece darse cuenta de que el sistema de salud vive una situación crítica y al límite. Tiene que dejarse de tanta propaganda y hacer algo ante la urgencia sanitaria. La cola de la vacuna llegará hasta el verano del 2022 como pronto y, mientras tanto, tendremos que soportar con paciencia sus mensajes propagandísticos intentando vendernos una imagen que poco tiene que ver con la realidad de dolor y miseria que este gobierno nos está dejando. H

*Presidenta PPCV