Así de claro. Porque mentir también es retrasar la verdad. Generar un tiempo de ficción para jugar con nuestras emociones sin criterio. Porque sin información ni consciencia colectiva no hay decisiones libres. Y fuimos a votar secuestrados por falsas esperanzas. Unas prometían un nuevo país en un tiempo récord, otros no tener que claudicar ante Bruselas y seguir siendo soberanos con nuestros bolsillos rotos... y ya sabían cómo estaba el patio. Ahora el capítulo del sainete se titula: “España descubre que el Gobierno incumple el déficit y deberá hacer un ajuste extra de unos 10.000 millones pendientes del 2015”. Y siguen mintiendo. Eso, los políticos lo sabían. Todos sabían lo que se venía encima y callaron. O jugaron a decir que no iba con ellos o no lo iban a cumplir.

Que la bomba del España va mal haya explotado ahora, tomando consciencia colectiva de nuestro desfase en el déficit y de nuestro agujero en la Seguridad Social, es un baño de realismo para los electores y recorta las alas de Podemos al tiempo que muestra cuánto plomo hay en las del PP. Unas nuevas elecciones ya no interesan a tantos. Aquí ya no somos soberanos para hacer lo que nos dé la gana. Respiramos artificialmente en el euro, gracias a Draghi y algunos más. Pero no tenemos muchas opciones. O tratamos de cumplir sudando aún más sangre, o decidimos incumplir deliberadamente para desangrarnos del todo buscando un limbo incierto y tenebroso lejos del euro.

En esta situación los que cada vez tienen menos sentido son los representantes de esta mala función. Los causantes de atropellos públicos como Bankia, los que ayudaron a bancos y banqueros por encima de pequeños empresarios y ciudadanos con riesgo de desahucio. Capturadores y obturadores de nuestros mecanismos de progreso, corruptos organizados, manipuladores del discurso público. Esos que aún se presentan como imprescindibles para comandar o cambiar nuestro presente. Mienten. ¿De qué soberanía hablan si nos han endeudado hasta las cejas de nuestros nietos? El desfase de nuestra rueda es ya del 5%, y la deuda, del 100% del PIB. Lo que necesitamos es realismo y humildad. Y que pidan perdón. No cambiarán el pasado, pero pondrán algo de higiene al duro futuro que nos tocará afrontar. H

*Periodista