Si hay algo a lo que nos tiene muy acostumbrados el alcalde de Vila-real es a usar diferentes varas de medir. Se muestra implacable con el de enfrente pero, cuando se trata de los suyos o de él mismo, la coherencia se va por la alcantarilla y las exigencias salen por la ventana. El defensor de la transparencia suele actuar de forma dictatorial tratando de aplastar a cualquiera que piense distinto, usando todos los recursos públicos. Benlloch, que siempre trata de unir a la oposición en casos de corrupción en los que no tenemos nada que ver, es el único al que Fiscalía solicita que se impute...

Y esta semana, la incoherencia vuelve a pisarle los talones. El alcalde se pasó la pasada legislatura amenazando a la Generalitat con denuncias por la ronda Suroeste en su obsesión por poner denuncias y, cada vez que proponía declaraciones institucionales, ahí estaba el PP para apoyarle. Pero ahora, como gobiernan los suyos, la exigencia ya no es la misma.

Ahora ya no importa que Ximo Puig diga que la ronda Suroeste ya se verá. Ahora se cambian los plazos y nuestro alcalde acepta los cambios aunque eso sea perjudicar a sus vecinos. Para Benlloch, primero su partido y sus aspiraciones personales, después Vila-real.

El doble discurso es su juego. Puig y Oltra están empeñados en desmantelar los servicios de la provincia y, por supuesto, de Vila-real, sus recortes crecen cada día ante la pasividad de los alcaldes socialistas. Benlloch no es una excepción. H

*Portavoz del PP en Vila-real