Demasiados analistas olvidan un dato esencial: quienes votaron a Sánchez e Iglesias lo hicieron, entre otras cosas, para que derogasen la reforma laboral del PP, acabasen con la prioridad del austericidio desmesurado, pusiesen punto final a los desmanes de las llamadas policías patrióticas, y situasen los impuestos de los que más ganan a la altura de los de la clase media y los trabajadores. Aunque la pandemia cambie muchas cosas este tipo de reformas continúa siendo su mandato. El problema de determinadas mentalidades de izquierda es su falta de decisión, que determina que les parece que nunca es un buen momento para los deberes difíciles. La derecha cuando llega al poder aplica sus recetas.

El problema de Sánchez no es su programa sino que debería dirigir mejor, dejarse de impulsos circunstanciales y ser consecuente con encabezar un movimiento regenerador que solo puede funcionar con cierto espíritu de cogobernanza y explicando más en vez de tantos discursos. Pero junto a la mayoría que le apoya debe hacer una política que conduzca a sus fines.

En ese sentido, cuando se analiza el informe de la Guardia Civil sobre la pandemia se detectan huellas de lo que ya hacía Jorge Fernández Díaz, en tiempos de Rajoy, impulsando o consintiendo desde Interior que algunos agentes trabajasen al servicio de ideologías. Se trata de un texto hecho con tijeritas, corte y pega, a partir de trozos convenientes de informaciones y opiniones periodísticas antigubernamentales. Nada de investigación seria. Convertido en alegato judicial merecía una respuesta y Marlaska la ha dado. ¿Que no es un buen momento? Ocurre lo contrario: nunca es buen momento para rebajar el listón del nivel democrático.

*Periodista