Con el verano recién iniciado ya hemos vivido la primera gran protesta por la plaga de mosquitos en la provincia. En Torreblanca resulta casi imposible salir de casa y hosteleros de la zona, con el respaldo de los vecinos a título individual, se manifestaron el jueves en la calle para hacer más visible un problema que comporta menos recaudación para sus negocios porque tomar una consumición en las terrazas es cosa de valientes y, a la vez, conlleva una pésima imagen para aquellos visitantes que están pasando o programando sus vacaciones en la costa castellonense.

Torreblanca y Almenara se llevan hasta el momento la peor parte. Ambas localidades tienen zonas húmedas o marjales importantes en sus términos municipales y, por consiguiente, este hábitat natural favorece la proliferación de insectos. Pero esa es una cuestión que se sabe desde hace años, que también atañe a Nules, Moncofa o aquellos municipios que lindan con el cauce del Millars, sobre todo en el tramo de su desembocadura.

La mayoría de alcaldes, en los dos últimos ejercicios, han duplicado el gasto para los tratamientos contra los mosquitos. La Conselleria de Sanidad mantiene prácticamente idéntico el presupuesto de ayudas y la Diputación, según se encargó de vender a bombo y platillo poco antes de acabar la legislatura, destinaba nada menos que un millón de euros para tratar de erradicar la invasión. Por tanto, es hora de certificar que la empresa que lleva a cabo los tratamientos resulta eficaz y de que el nuevo presidente de la Diputación explique ya cómo se invierte ese millón de euros contra los mosquitos. Sin demora.