Ya es un clásico esperar para ver el vestido con el que da las campanadas de fin de año Cristina Pedroche. La presentadora deseó ante la audiencia que el 2018 sea «el año de la tolerancia cero contra la violencia de género y contra el machismo, dejando claro que no es no», petición a la cual evidentemente nos suscribimos todos. Después de un primer vestido rojo, su segundo atuendo fue un mono de tul transparente de encaje, con 200 cristales bordados y un diseño floral tapando sus partes íntimas y mostrando todo lo demás.

Unos alabaron su gusto y su discurso; otros, sólo lo último, pues no parece congruente pronunciar este mensaje con un vestido que deja huecas sus palabras al ser un atuendo más propio de una mujer objeto (icono del machismo), por el que, eso sí, se embolsó 60.000 euros. Pedroche, siempre fiel a sus intereses.

ESTE HECHO contrasta con lo que pasó hace tan solo una semana en el campeonato del mundo de ajedrez con Anna Muzychuk, ucraniana de 27 años, y doble campeona en partidas rápidas y relámpago, quien se negó a ir al campeonato que se disputa en Arabia Saudí, por lo que ha perdido sus dos títulos mundiales y medio millón de euros.

Anna esgrime ser congruente con sus principios para no acudir a un país donde la tratarían como una criatura de segunda solo por ser mujer, al obligarla a vestir con abaya (túnica que cubre todo el cuerpo excepto cabeza, pies y manos), y a salir obligatoriamente acompañada.

Así, la ucraniana se negó a jugar en un país donde las mujeres no son tratadas como los hombres. Anna, siempre fiel a sus ideas. Hay gente que dirá la consabida frase de que para gustos, colores. Lo malo es que no hablamos de colores, sino de la dignidad de la mujer.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)