Como ocurre con todas las grandes revueltas populares, las movilizaciones que se suceden en Bielorrusia desde hace semanas pueden cambiar el curso del país, pero hay algo que distingue a estas protestas: sus protagonistas. Las caras visibles de la oposición son mujeres: las líderes que llaman a desafiar al autoritario presidente Lukashenko y las bases que llenan las calles y se enfrentan a la policía. Las mujeres llevan la batuta de la protesta bielorrusa, y no es por casualidad. Svetlana Tikhonóvskaya, Verónika Tsepkalo y Maria Kolesnikova son las parejas y ayudantes de líderes opositores encarcelados o huidos, que decidieron seguir su lucha. Del mismo modo, cuando en las manifestaciones posteriores a las elecciones presidenciales —celebradas bajo la sospecha del amaño— fueron detenidas 7.000 personas, en su mayoría hombres, las mujeres asumieron el peso de la lucha. Relegadas a un segundo plano en una sociedad donde impera el machismo, su voz es ahora escuchada internacionalmente... y ha cogido desprevenido a un régimen profundamente patriarcal. La calle exige más democracia en Bielorrusia, y esta no será completa si no hay una igualdad real.