El mundo jamás ha vivido algo similar a lo que estamos sufriendo con el covid-19. Con las guerras ha habido zonas de un inmenso mayor sufrimiento y todavía las hay en diversas partes del mundo, pero jamás ha habido, por decisión de gobiernos democráticos, una paralización global de la economía y una limitación del movimiento de personas.

La expansión de este covid-19 está siendo una lucha colectiva, en la que quiero destacar por encima de todo dos frentes que son tan complementarios como necesarios: la ciudadanía y los gobiernos.

La ciudadanía española ha tenido una reacción magnífica. Estoy convencido de que la mayor parte no lo hace por miedo a infectarse, ya que, afortunadamente, el covid-19 implica hospitalización para menos del 10%, sino que lo hace por los demás, porque saben que si se contagian ellos, aunque sean asintomáticos, pueden matar a otras personas al contagiárselo. Resulta ejemplar cómo se cumple la necesidad de confinamiento y cómo quienes trabajan en servicios esenciales lo hacen aun sin disponer de todos los medios de protección necesarios por la escasez mundial de ellos. Merecen un reconocimiento las personas que trabajan en las fuerzas de seguridad, sectores de alimentación, de energía, de telecomunicaciones y de transporte (incluyendo los puertos que siguen funcionando con normalidad) y especialmente las personas del sector sanitario, por su mayor peligro de exposición al virus y por sus largas jornadas. También merecen un reconocimiento empresarios y trabajadores que han cesado su actividad temporalmente en comercio, turismo, industria y multitud de servicios, sabiendo que con ello tendrán unas peores condiciones económicas a corto plazo.

Respecto al segundo frente, los gobiernos, esta crisis pone de manifiesto su importancia, a veces despreciada, especialmente en épocas electorales. Ellos son quienes necesariamente impulsan la lucha contra el covid-19 decretando parar la economía, incrementar recursos al sistema sanitario y limitar el movimiento de personas.

Hemos visto un par de presidentes descerebrados que despreciaron públicamente luchar contra la infección. Mientras Donald Trump aseguraba en diversas ocasiones que el virus estaba «bajo total control» y que en abril «desaparecerá milagrosamente», y mientras Boris Johnson decía que «aunque morirán miles de seres queridos, cuantas más personas pasen el virus ahora, un mayor porcentaje del país desarrollará inmunidad para una segunda oleada», el virus se reía de ellos multiplicando las personas infectadas y les hacía comerse sus propias palabras: han tenido que luchar contra el covid-19 con las mismas armas que el resto de países, pero lo han hecho demasiado tarde y su ciudadanía lo pagará con más muertes.

La importancia de los gobiernos se verá en los países con un deficiente sistema sanitario, bien sea por su calidad o bien sea por su limitada cobertura a la población. En ese sentido, los gobiernos españoles que recortaron miserablemente los recursos a los sistemas sanitarios públicos durante los últimos años, hicieron un flaco favor y no estaría de más que pidieran perdón por ello.

La importancia de los gobiernos también se verá en la capacidad para impulsar el despegue de su sistema económico a la mayor velocidad posible, evitando con ello destrucción de empleo, y con la capacidad para proteger a las personas más vulnerables de los efectos devastadores de la crisis. Aquí no solo se la juega el gobierno de cada país sino también el de la Unión Europea que puede salir muy debilitada, dando alas al euroescepticismo, si no adopta, unida, medidas eficaces.

Respecto a la importancia de la política, me siento orgulloso de que el Gobierno español haya sido uno de los que más rápidamente ha implementado las duras medidas de confinamiento, haya puesto en marcha miles de camas hospitalarias con una inusitada rapidez, y ponga recursos para paliar los efectos negativos sobre empresas y sobre las personas más vulnerables. También estoy orgulloso de que el gobierno valenciano haya sido ejemplo de eficacia en la rápida importación de material sanitario y en el apoyo al sistema de salud. Posiblemente se habrán cometido errores que son inevitables al enfrentarse a algo desconocido, pero hay que reconocer también la agilidad para tomar decisiones acertadas.

Nos espera un cambio de era tras el covid-19. La crisis ha demostrado que nuestra sociedad tenía muchos puntos débiles para afrontar un desafío de esa magnitud con el menor coste posible y que muchas de las cosas que hacíamos se pueden hacer de otra forma. Entre ellas quiero destacar cinco: 1) La necesidad de que los países sean lo más autosuficientes posibles, dependiendo menos del resto del mundo, especialmente en producción de productos básicos, frenará la globalización e impulsará la relocalización. Y habrá que frenar aspiraciones xenófobas o nacionalistas que de seguro se cobijarán, como lobo con piel de cordero, bajo ese paraguas. 2) La importancia de la investigación: de la sanitaria, porque es la única vía para protegernos de pandemias sin necesidad de los enormes sacrificios que estamos haciendo, pero también de la de otros ámbitos. Es crucial no escatimar recursos para algo que es primordial para nuestro futuro. 3) Las tecnologías de la información y las comunicaciones han demostrado su gran utilidad durante el confinamiento: habrá un antes y un después en la extensión de teletrabajo, telenseñanza, telemedicina y compras online, que se verán incrementadas notablemente como ya se está sucediendo durante el confinamiento. 4) La crisis obliga a plantearse muchas cosas en el sistema sanitario y, en especial, la necesidad de incrementar sus recursos. Tenemos que proteger y potenciar uno de los mejores valores que tiene la sociedad española: su sanidad pública. 5) La mejora de los indicadores medioambientales durante el confinamiento ha constatado lo obvio: el modelo consumista actual destruye los territorios y habrá que cambiarlo para que la alarma climática no obligue a nuestra generación o a la siguiente a sacrificios que seguramente serán un juego de niños en comparación con los que estamos haciendo por el covid-19.

*Presidente del Puertos del Estado