El turismo es, sin lugar a dudas, una de las claves de la recuperación de la economía española en los meses posteriores al fin del estado de alarma. Si la temporada se pierde íntegramente, el PIB español caerá por encima de los dos dígitos en el 2020. El Gobierno de Pedro Sánchez ha empezado a poner las bases para intentar evitarlo. El presidente animó ayer al conjunto de los españoles a planificar desde ya sus vacaciones a partir del mes de julio. Esa es una de las claves de la recuperación del sector turístico: el mercado interior. En la medida de que los criterios sanitarios y el nivel de ingresos lo permitan, una de las mejores contribuciones que podemos hacer a la recuperación económica es intensificar el turismo interior. Más allá de que lo pida Sánchez, la realidad es que esta es una de las claves de lo que ocurra en los próximos meses.

La recuperación del turismo interior exige que el sector pueda recuperar la actividad progresivamente, porque tanto las condiciones exigidas desde la sanidad como la evolución de la demanda necesitan que algunas normas, como la aplicación de los ERTE o el aplazamiento de impuestos o tasas, se adapten a una reanudación parcial de la actividad. Si a las empresas, especialmente a las medianas y a las pequeñas, se les exige normativamente un todo o nada, muchas optarán por no abrir, con lo cual será imposible aprovechar el turismo para favorecer la recuperación económica general, porque detrás del turismo van los servicios y muchos suministros.

Si se dan estas condiciones, España tendrá alguna posibilidad de recuperarse también en el mercado turístico internacional. El anuncio de la vicepresidenta Teresa Ribera en el sentido de abrir corredores seguros al turismo internacional es del todo pertinente. Una medida más razonable que la que ha impuesto el Ministerio de Sanidad durante el estado de alarma, que exige una cuarentena a todos los visitantes extranjeros. La propuesta de Ribera va mucho más en la línea de los mandatos de la Comisión Europea en el sentido de abrir las fronteras entre las zonas europeas que estén en el mismo grado de alerta. El anuncio ayer de Sánchez de abrir el mercado turístico exterior en julio va, pues, en la dirección correcta.

La recuperación del turismo es una de las claves de la evolución del empleo en los próximos meses. Nos jugamos tener un paro del 20%, gravísimo, o del 30%, lo que sería directamente trágico. Podemos lamentarnos de la mala calidad de la ocupación ligada al turismo o de la necesidad de cambiar de modelo productivo, lo que no pasará en ningún caso de la noche a la mañana. Pero estamos ante una emergencia social provocada por una emergencia económica, resultado de una emergencia sanitaria. Con lo cual, España no está en disposición de desperdiciar ninguna oportunidad.

Estamos ante un nuevo caso de evitar la contraposición entre seguridad sanitaria y recuperación económica. No se pueden abrir los establecimientos turísticos a cualquier precio. Y ese mismo criterio debe servir para la reapertura del mercado exterior. El exceso de prisa puede ser peor que el exceso de prudencia. La clave es que las administraciones deben acompañar ese proceso, sin dirigirlo pero también sin dificultarlo. Ese punto medio no es fácil de conseguir pero, en las próximas semanas, los esfuerzos se han de redoblar.