España ha vivido quizá los días más aciagos de su historia contemporánea. Semanas de plomo, grises y pesadas, con víctimas mortales que han intentado silenciar, familias que han llorado a los suyos sus familiares en soledad, ignoradas de forma deliberada, y a ellos hemos de rendir un constante homenaje, un reconocimiento a los caídos en esta terrible crisis que ha sido mala para el mundo y calamitosa para España.

Justamente porque a la crisis del coronavirus se le ha unido la siempre ineficaz gestión socialista. Y eso es lo peor, el hundimiento económico que se divisa y que ya es una realidad tangible, existente. Y a ese desplome, que engullirá empleo y futuro, se suman las desacertadas políticas de multiplicar las intervenciones económicas, reducir la libertad de mercado y amenazar y perseguir a los que emprenden.

Siempre que ha gobernado el socialismo en España han conseguido arruinar un país lleno de posibilidades y de emprendedores. Porque tienen la perniciosa idea de que aquel que emprende es un patrón contra el que hay que luchar, hay que perseguir al empresario y al autónomo con mayores impuestos y amordazando su libertad.

Esta pasada semana se ha sabido que la actual ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, cuota de Podemos del Gobierno, ha remitido una instrucción a los inspectores de Trabajo de las jefaturas provinciales para las campañas agrícolas de los meses de mayo y junio, incluso con visitas conjuntas con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

En ellas pregunta cosas como: ¿presenta el trabajador indicios de malos tratos como magulladuras en las manos?; ¿muestra el trabajador signos de ansiedad?; ¿hay signos visibles que indiquen que el trabajador no puede abandonar el lugar de trabajo, como alambradas o la presencia de guardianes u otras limitaciones de este tipo?; o ¿muestran los supervisores/empleadores un comportamiento violento?

El Gobierno busca la esclavitud entre un sector, el agrícola, que es todo lo contrario. Solo hay que ver el comportamiento ejemplar de este sector en plena crisis del coronavirus, cuando los agricultores que ya arrastraban una grave crisis propia cedieron sus tractores para de forma altruista desinfectar los municipios.

Y gracias a su trabajo hemos podido seguir llenando nuestras neveras. Pero ellos solo ven en el emprendedor un peligro. Ha sido así siempre en su visión de lucha de clases, castigar al empresario. Y esto es solo un ejemplo, porque su obsesión es atacar a todos los sectores productivos: la cerámica, el turismo o el automóvil.

España necesita ahora un plan B. Necesita un sistema que no divida la sociedad en clases, sino que la considere como una sociedad única, que crea en sus ciudadanos como individuos capaces de prosperar con su esfuerzo y emprendimiento.

Solo se reactivará la economía a través de los emprendedores: que aquellos que quieran contratar puedan hacerlo de manera fácil, sin gastos excesivos. Porque solo creando empleo podremos mantener el sistema público: nuestras pensiones, la educación y la sanidad.

Solo apostando por aquellos que arriesgan su capital, aquellos que emprenden y levantan la persiana todos los días, podremos salir de esta. No necesitamos una España subvencionada, necesitamos una España emprendedora, libre y que genere empleo.

*Presidente Partido Popular Castellón