Querido lector/a, son muchas las ocasiones en las que, queriendo o sin querer, hablamos problemas que necesitamos resolver.

En ese sentido y en esta época, por ejemplo, se nos llena la boca de denunciar y exigir una nueva financiación y unas inversiones justas para la Comunitat porque, sabemos que, en caso contrario, tendremos que cerrar la autonomía valenciana. O también, y siempre lo hacemos por derecho y con razón, en estos últimos tiempos, cuando parece que se atenúan los resultados negativos y asoma el crecimiento económico, exigimos políticas que combatan la pobreza laboral, la precariedad y la desigualdad. Ello supone conseguir o recuperar la negociación colectiva, empleo de calidad, salarios dignos, medidas de protección social y una reforma fiscal equitativa.

Sin embargo, clama al cielo, y ese es el objetivo de este pequeño articulo, señalar, denunciar, etc, que permanentemente nos olvidamos de la sangrante situación que sufren nuestros jóvenes. ¡Si! Y es que, nos guste o no, ese sector social tiene, en el País Valencia, a unas 60.000 personas al paro. Por cierto, los que tienen la suerte de trabajar, pertenecen al sector de los trabajadores que mas derechos han perdido. Digo con ello que sufren clara explotación : despidos mas económicos y muchos mas sencillos de ejecutar, disponibilidad total y absoluta, deslocalización, nula posibilidad de conciliar la vida laboral y la personal, fraude en la contratación y en la jornada, subcontratación, etc, y todo ello sin contar la doble explotación por cuestión de genero y clase en el caso de mujeres jóvenes. O dicho de otra forma, vivimos en un mundo y en unos momentos, y quede claro que me refiero a España y a Europa a principios del siglo XXI, en el que, por desgracia, una de nuestras características es el de negar el futuro, la esperanza y la ilusión a nuestros jóvenes. Por ese camino, solo avanzamos a la nada o a algo peor, si es que existe.

*Experto en extranjería