Los temas trascendentales de la política, en nuestro país, aparecen envueltos en una niebla y en el trasfondo, ocultos aparentemente, por otros que aún no siendo de vital importancia, dan la impresión de que sí lo son.

Como si de un balón de oxígeno se tratara, la ciudadanía debería saber qué posibilidades hay de salir del atolladero en el que nos encontramos, es decir, tendremos que valorar las reservas de recursos existentes para seguir viviendo o malviviendo. Alguien lo debe decir por el bien de todos y aunque políticamente no sea correcto, ha llegado el día en que mojarse hay que hacerlo. Quizá esto daría más credibilidad al actual gobierno de nuestro país.

Mis comentarios están siempre relacionados con el sentir popular y que solo son conocidos cuando los resultados de las encuestas del CIS se ponen de manifiesto, pero ahí queda la cosa, sin más. No obstante, hay que escuchar el clamor del pueblo, en general, pues ignorarlo es de incrédulos e irresponsables.

Hay veces en que, a pesar de ser una europeísta convencida, hay que saber decir que no, pero con clase. La obligación de Bruselas es la de exigir el cumplimiento de las normas y acuerdos del Parlamento Europeo, pero nuestro gobierno debe exponer circunstancias que pueden dificultar la salida airosa de una obligación legal.

No hay uno sin dos, dicen los expertos. No habrán resultados adecuados en el terreno laboral, a menos que la economía alcance el nivel positivo y se note a nivel de calle. En pocas palabras, si no hay una mejora económica sustancial, el índice del paro se mantendrá salvo cuando el trabajo temporal y precario influya a la baja en la estadística oficial.

El mal sabor de boca de los españoles persiste, en un alto porcentaje. Es un descontento general.

*Secretaria de Derechos Civiles del PSPV-PSOE de Castellón