Los que no cumplís las medidas de precaución, todavía vigentes, frente al coronavirus, ¿en qué estáis pensando? ¿Os supo a poco el confinamiento? ¿No os asusta la crisis económica que nos amenaza para más pronto que tarde? ¿Creéis que los amigos y la familia no contagian? Cada vez que os veo agolpados en bares sin cumplir la distancia de seguridad, sin mascarilla en momentos en los que sería necesario llevarla, no puedo evitar pensar que sois pocos, sí, pero realmente idiotas. ¿Os habéis creído lo de que ahora hay menos carga viral y seremos todos asintomáticos? Nuestros padres corren el riesgo de morir, igual que hace un mes. Esto no ha terminado.

Veo algunas normas dictadas por las instituciones que me parecen ciertamente sorprendentes. En realidad, pienso que el único camino posible, de momento, es actuar como si el mundo entero tuviera coronavirus, empezando por nosotros mismos. Todos queremos volver a la vieja normalidad. Hasta entonces, todos queremos transitar por la nueva con cierta seguridad y, sobre todo, poder reencontrarnos con nuestras familias, aunque sea a dos metros.

Si continúan los comportamientos irresponsables, vosotros sí habréis visto a las vuestras, qué suerte, habréis montado fiestas de colegas con la mascarilla colgada en la muñeca, qué bien, y al final, terminaremos todos encerrados otra vez. El Gobierno ya ha advertido de que no le temblará el pulso a la hora de decretar de nuevo el estado de alarma. Por favor, no caigáis en el error de pensar que esta pesadilla se ha acabado y que nada os va a pasar si no sois población de riesgo.

Si a vosotros os da todo igual, pensad en los que aún no hemos podido ver a nuestras familias, pero también tenemos ganas de hacerlo y de hacerlo con seguridad. No se trata de vivir con miedo, pero tampoco de manera tan irresponsable como estamos viendo en algún caso. Incluso vosotros deberíais saber que unos pocos pueden dañar a muchos.

*Periodista