Dicen que donde hace mucho viento lo lógico es construir molinos. Hoy proliferan proyectos de ciudades inteligentes, destinos inteligentes, playas inteligentes, etcétera. La cuarta revolución industrial y la transformación digital emergen como una gran oportunidad para acelerar cambios que, en última instancia, se basan en la antigua lógica que la razón humana pretendió inspirar siempre. La lógica de interpretar acertadamente las circunstancias, el entorno, la realidad.

Un territorio inteligente es aquel capaz de identificar sus aspectos singulares y componentes de excelencia para desarrollarlos. No todo es posible en todas partes. De esta manera, la ciudad mediterránea no puede vivir, ni progresar, ni soñar de espaldas al mar. Aquellos municipios con vocación turística lo han tenido parcialmente claro, pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Mucho por recuperar del acervo marinero, náutico y naval del espacio geográfico referido.

Las ciudades de la cornisa litoral, por regla general, han soportado y alimentado la contradicción de vivir de espaldas al mar. Necesitamos estimular un nuevo diálogo de las ciudades con sus coordenadas. Un diálogo con su historia, su memoria, su identidad. Un diálogo con sus oportunidades, las perdidas y las ganadas.

EN ESA LÍNEA, considero un acierto que ayuntamientos como el de Castellón promuevan proyectos como el de Escala. Un acontecimiento que, fundamentalmente, fomenta el turismo familiar con el pretexto del mar. Un aluvión de actividades abiertas vinculadas a los espacios y la cultura marinera. Desde la visita a galeones de época hasta la presentación de proyectos como el de pesca turismo, un nuevo producto que reinventa del trabajo y las posibilidades de las cofradías y los oficios vinculados a este sector.

La Agencia Valenciana de Turismo trabaja para que las cosas puedan suceder. Contribuir a que las ciudades -y Castellón es un buen ejemplo-- encuentren su papel y su lugar en la esfera turística es un reto alentador. Buscamos un modelo turístico que acentúe la diferenciación y la singularidad. Se pueden hacer muchas cosas, pero lo esencial -y anterior a cualquier otra decisión-- es construir un relato fundamentado. El futuro está en las manos de aquellos que compitan con una propuesta de valor que merezca la pena. La batalla por los mercados turísticos se libra en el imaginario de la seducción y las emociones.

ESCALA CASTELLÓN debe ser una convocatoria con recorrido y consolidación. Más allá incluso de su formato y concreción en 2018, la apuesta por el frente marítimo debe perdurar. Es una fortaleza de Castellón y de sus posibilidades. El mar mediterráneo inspira un relato de intercambio, comercio, cultura, tolerancia, paisaje, entretenimiento, gastronomía, ocio, deportes, identidad, costumbrismo, etc. Sin desmerecer otros espacios, el futuro pasa por cuidar todo cuanto allí se planifique. Que no pare la conversación con el potencial del mar.

*Secretario autonómico de Turismo