Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19». Ese es el lema escogido por las Naciones Unidas para celebrar este año el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Un lema tan acertado como reivindicativo, porque las mujeres han desempeñado un papel determinante durante la pandemia y han estado en primera línea: desde la sanidad, la ciencia, la investigación, servicios esenciales y asumiendo los cuidados de la familia.

La crisis derivada del coronavirus ha afectado de manera desigual a hombres y mujeres y, de nuevo, nosotras hemos sido las más perjudicadas. Son las mujeres las que se han apañado como han podido para compaginar su actividad profesional con las clases de sus hijos e hijas, la atención a sus padres o abuelas, y las tareas del hogar. Son las mujeres las que, otra vez, han aparcado su proyección laboral y hasta su bienestar en esta situación de emergencia. Y son las mujeres las que, otra vez, han padecido el drama añadido de la violencia de género.

Siempre las mujeres, porque el futuro del planeta depende en gran parte de nosotras. Si las mujeres paramos, se para el mundo. Porque somos nosotras las que engendramos y parimos, las que nos encargamos mayoritariamente de la educación, la sanidad y los cuidados familiares.

Los mejores expedientes y los mejores resultados académicos son de mujeres y ese talento es nuestra mejor inversión de futuro. Sin embargo, esa realidad no se refleja luego en el ámbito laboral y somos las más perjudicadas cuando hay una crisis. Eso es lo que hay que combatir y cambiar. Como diría la activista y feminista Angela Davis : «No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar».

Practiquemos este 8 de marzo la Memoria del Feminismo. Memoria para creer en nosotras y nuestras posibilidades. Apliquemos de una vez por todas la palabra «sororidad», que tanto nos gusta decir, y que yo traduciría como unidad, apoyo y complicidad. Unidad para ocupar el lugar que nos corresponde por ley: la mitad de todo y en todo. Porque estamos preparadas y capacitadas, porque basta ya de justificarnos y tener que demostrarlo a diario. Construyamos la unidad entre nosotras. Porque somos imprescindibles e imparables.

Porque han sido los gobiernos socialistas los que han legislado en tantos frentes para avanzar en la igualdad: ley del divorcio, ley de interrupción voluntaria del embarazo y de educación sexual, ley de igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres, ley contra la violencia de género, ley del matrimonio homosexual y ley de la dependencia. El PSOE fue, ha sido y será el partido que asegura un futuro mejor para nuestra sociedad, porque no hay democracia sin igualdad.

Ser socialista es ser feminista. Estas son las señas de identidad del PSOE y en eso seguimos trabajando, para hacer una política de Estado transversal, desde los veintidós ministerios feministas del Gobierno que preside Pedro Sánchez y que suman esfuerzos para que la igualdad sea real en todos los ámbitos: económico, social, jurídico, transportes, movilidad, agenda urbana, sanitario e incluso, como no, en las relaciones internacionales.

Porque las mujeres tenemos derecho a disfrutar de vidas emancipadas. Tenemos derecho al trabajo y tenemos derecho a trabajar en igualdad de condiciones que los hombres. Tenemos derecho a todo, como ellos. Ni más, ni menos. Hagámoslo realidad. Las crisis pueden ser oportunidades, porque somos imprescindibles e imparables. Sin nosotras no hay vida. H

*Portavoz Adjunta GPS. Secretaria Ejecutiva contra la Violencia de Género