Querido/a lector/a, la cosa es tan palmaria e innegable que para enterarse de lo que pasa no hace falta ni salir de casa ni preguntarle al vecino. Tan solo siguiendo día a día a los medios de comunicación uno averigua rápidamente lo que por desgracia aún está amargando nuestra existencia. Me refiero a que con solo leer los titulares de los periódicos te enteras de que: «el brote de Lérida desborda una sanidad en precario», «Sanidad confirma 257 nuevos casos de contagios en España», «Burjassot registra un brote en una familia con 6 positivos por coronavirus», «el gobierno vasco declara obligatoria la mascarilla en Ordizia tras 48 nuevos contagios», «la cifra de muertes se mantiene en nueve en siete días»... Noticias que, en definitiva, nos señalan que el coronavirus aún está ahí y, aunque podamos decir que son pequeños brotes y un tanto descontrolados, la realidad sigue denunciando que, aunque con menos intensidad, en la medida en que los científicos aún no tienen la vacuna en condiciones de utilidad continua infectando y matando. Tanto es así que días después de salir del estado de alarma y de la confinación masiva o universal, se están volviendo a aislar colectivos de centenares de miles de personas y tierras.

Querido/a lector/a, sabiendo lo que es y lo que pasa, no hay que calentarse la cabeza, se trata simplemente de tener conciencia de que casi todo depende de nosotros y del cumplimiento de las normas básicas de protección. De tomarse esta nueva realidad (la de los brotes) como una advertencia para no bajar la guardia y mantenernos alerta. Algo que, por lo que se ve, parece casi imposible. En cualquier caso saldremos de esta, pero deberíamos ser lo suficientemente serios e inteligentes para salir más rápidos, mejor de salud y muchos más. El tiempo dirá, pero es evidente que deberíamos hacer un esfuerzo por nosotros y por los demás.

*Analista político