Querido lector:

La prueba de fuego ya ha pasado y el listón ha quedado alto. Las fiestas de la Magdalena 2016 han sido unas buenas fiestas gracias a muchos factores. El primero, el más importante y el que menos puede controlarse: el tiempo. A pesar del frío y viento de los primeros días, que mermó algún acto, no todos, y al no haber lluvia (el principal enemigo) los castellonenes, como siempre, han respondido y han llenado todo tipo de actos y recintos.

El segundo, el trabajo de la nueva Junta, cuyos miembros se han deslomado para organizar unas fiestas en un tiempo récord de poco más de un mes (los kilos que ha perdido Juanvi Bellido hablan por sí solos). Y digo bien lo de un mes porque hasta que no se aclaró la relación Patronato de Fiestas y Junta con la sustitución de la concejala responsable, no comenzaron a concretarse y a cerrarse las fiestas. De ahí los elogios que los festeros hacen de Sara Usó y de ahí que haya algún colaborador de la Junta que no ha aguantado el trajín. Y es que hay que tener callo.

El tercero, la innovación y la apertura de la ciudad a más territorio festero. No han sido todos porque tiempo material no ha habido, pero los cambios posibles puestos en marcha por la nueva Junta y su extensión a más zonas, prometidos en su programa para 4 años, han sido muy bien aceptados. Y los que no, serán analizados. El aumento de la oferta gastronómica, por ejemplo, ha puesto a cada cual en su sitio.

Cuarto, la relajación de la dureza e imposición de legalidad iniciada por el Ayuntamiento antes de las fiestas. Inteligentemente, y ante la contestación y malestar de collas, gaiatas y promotores festeros, los responsables municipales han sabido relajar algunas disposiciones confiando en la responsabilidad de las entidades festeras que han sabido responder. Y así, los servicios municipales han incidido en lo importante: el equilibrio entre diversión y descanso. De ahí el éxito en seguridad y el descenso de incidentes.

Y quinto. Se han sabido reconocer los errores, equilibrar y no ser catastrofistas con nimiedades, base que indica voluntad de mejora siempre.