Como todos los años, cuando nos adentramos en el mes de septiembre y el verano llega a su fin, se inicia el nuevo curso político. Y esta vez con una novedad muy importante en la provincia de Castellón, porque después de 24 años de gobiernos del Partido Popular, al frente de la Diputación se encuentra una mayoría de progreso que me honro en presidir, formada por 12 diputadas y diputados del PSPV-PSOE y 2 diputados de Compromís.

Tengo que decir que, como no podía ser de otra manera, hemos venido para cambiar las cosas y para dar el mejor servicio posible a la ciudadanía. Y para mejorar su calidad de vida.

No se trata de cambiar por cambiar, sino de mantener y mejorar aquello que se hacía bien y de poner en marcha otras políticas nuevas que considero que son necesarias. Siempre con un objetivo muy claro: luchar contra la despoblación, que es el reto en el que nos queremos emplear a fondo durante los próximos 4 años y siguientes. Tenemos que hacer todo lo que esté en nuestras manos para que quien lo desee pueda desarrollar su proyecto vital en el pueblo que lo vio nacer o en aquel otro en el que decidió vivir.

Una noble tarea que solo será posible si todas las administraciones trabajamos en una misma dirección y conseguimos que en los pequeños pueblos de interior haya unos servicios dignos: carreteras seguras y bien asfaltadas, transporte público, médico, escuelas, servicios sociales y conexión a internet rápida y de calidad. Es importante que no se vuelvan a producir episodios como los vividos recientemente en Montanejos, donde la lluvia provocó una desconexión a internet de varios días en temporada turística alta.

Si todos los servicios son importantes, la red lo es más porque nos conecta al resto del mundo; es una eficaz aliada para los pueblos de interior porque ayuda a dar salida a aquello que producen y porque posibilita que determinado tipo de negocios se pueda instalar en cualquier lugar. También en un pequeño pueblo de interior de la provincia de Castellón.

A esta tarea nos vamos a dedicar fundamentalmente, sin descuidar la atención a las localidades más pobladas, que igualmente nos ocupan y preocupan.

Tengo que decir que cuando el pasado 28 de junio tomó posesión la nueva corporación provincial se inició un tiempo que quiero que esté presidido por el sentido común y la eficacia, porque como diría nuestro gran pensador Ortega y Gasset, es imprescindible que estemos «a la altura de las circunstancias». La gente que ha votado cambio y la que no, espera que lo hagamos bien. Y no podemos fallar.

Quiero ser el presidente del diálogo, un gobernante que sepa escuchar. Por ello estoy recorriendo la provincia de palmo a palmo para hablar con los alcaldes y conocer el sentir de cada pueblo.

Pretendo que la Diputación tenga la mejor relación posible con todos y cada uno de los ayuntamientos, una relación de igual a igual porque todos somos administración local. Yo no concibo a la Diputación como una entidad supramunicipal, prefiero recurrir al concepto de intermunicipalidad.

Ha llegado un nuevo tiempo, el de la concertación entre la Diputación y los ayuntamientos, el de los acuerdos. Es una línea de trabajo que defiendo por convicción y por devoción, porque además de presidente, soy alcalde de un pequeño pueblo de la Sierra de Espadán: Sueras. Y porque soy seguidor de Immanuel Kant, el filósofo que nos dijo que ser es hacer. ¡Hagamos, hagamos una nueva Diputación!

*Presidente de la Diputación