El precio del petróleo se ha disparado en los últimos días. El ataque con drones a dos refinerías ha provocado un parón en la producción de Arabia Saudí. Y a menor oferta, los precios suben si se mantiene la demanda. La previsible respuesta militar de EEUU no augura que la estabilidad vuelva a la zona. De manera que, cuando se recupere la producción, los precios seguirán altos como consecuencia de las malas expectativas. Veremos cuánto tiempo se tarda en trasladar al bolsillo de los consumidores, en el precio de la gasolina o el gasoil, de la electricidad y del gas. Todo indica que irán al alza. Tendremos un repunte de la inflación, algo de lo que nos hemos librado en los años de salida de la crisis gracias al nivel bajo del precio del crudo. Y aunque algunos economistas consideran que un alza en los precios podría resultar uno de los estímulos que la economía necesita, muchos hogares no podrían soportar ahora un incremento en estos gastos básicos.

Esta inestabilidad se mezcla con un desajuste más de fondo. Nuestras economías pivotan sobre los combustibles fósiles. Hasta ahora, lo único que se ha logrado es absorber una parte del crecimiento de la demanda global con parques eólicos o solares. Nos acercamos a un punto en que esa guerra va a librar su batalla decisiva. La irrupción de los coches eléctricos significa el intento más serio de cambiar los combustibles fósiles si la producción de electricidad se haga con energías verdes. El aumento del precio de la gasolina puede ser un incentivo para que los consumidores opten por estos vehículos. Igual estamos ante un cambio más estructural de lo que parece.