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Los diagnósticos se repiten. El último informe de la Comisión Europea sobre el año 2015 referido a España alerta de nuevo sobre las debilidades de nuestra economía para encarar el futuro. Pese a constatar el fuerte crecimiento del PIB (3,2%), la reducción del paro y la reforma del sistema bancario, la CE vuelve a avisarnos de que estamos muy expuestos a los problemas externos de la economía mundial. La elevada deuda pública -que no ha dejado de crecer y roza el 100% del PIB- y la aún abultada deuda privada -aunque esta sí ha descendido- nos hacen muy vulnerables a cualquier contratiempo. Y el G-20 advirtió de que los hay. El crecimiento mundial es débil y la política monetaria no es instrumento suficiente para impulsar la reactivación sostenida.

En España, sumergidos en un largo periodo electoral que nos tiene sin Gobierno, hemos sido bombardeados por el mensaje del PP de que las cosas se están haciendo bien y hay que seguir por la misma senda. De hecho, ese es el leit motiv de Mariano Rajoy para seguir postulándose como presidente del Gobierno: lo que va bien, mejor no tocarlo. El problema es que eso no es totalmente cierto y que España necesita, como nos advierte la CE, abordar amplias reformas, entre ellas, combatir la corrupción que mina las estructuras del Estado.