La Iglesia diocesana con sus comunidades parroquiales y religiosas, en los movimientos, asociaciones y grupos, en los colegios católicos y en las clases de religión se dispone a comenzar un nuevo curso pastoral. El Señor Jesús nos llama a ponernos al servicio de la misión que Él nos ha confiado. Siguiendo con la aplicación del Plan Diocesano de Pastoral, el curso pasado nos centrábamos en la Iniciación cristiana. Este año nos vamos a fijar de modo especial en la Eucaristía, como centro de la vida y misión de nuestra Iglesia diocesana, de nuestras parroquias y de todo cristiano.

El Concilio Vaticano II enseña que la eucaristía es la fuente y la cima de la Iglesia: de su ser, de su vida y de su misión (LG 11). También las parroquias tienen su centro, fuente y cima en la Eucaristía. Una parroquia es sobre todo una comunidad de fieles cristianos, que forman la familia de Dios en un pueblo o un barrio. Urge superar el individualismo en la Iglesia.

La comunidad parroquial nace, crece y se edifica en la Eucaristía; es ante todo una comunidad eucarística. Una parroquia no nace de la voluntad de un grupo de personas que decide asociarse para lograr unos fines, sino que tiene su origen último en el misterio de la redención, que se actualiza en cada una de las misas.

La parroquia nace como comunidad en torno a la Eucaristía, que es la fuente constante de su existir, de su vida y de su misión; ella es la asamblea de las personas llamadas por el Señor Resucitado, reunidas en torno a su Mesa, y existe como comunidad de fieles cuando se reúne para celebrar la Cena del Señor.

Para rezar y reflexionar sobre los retos y las implicaciones pastorales que hoy nos plantean la Eucaristía dominical y la celebración del domingo, celebraremos una jornada diocesana de apertura del curso pastoral, el próximo sábado 15 de septiembre, por la mañana, en el seminario Mater Dei de Castellón.

*Obispo de Segorbe-Castellón