Mientras una importante parte de la población disfruta de su merecido periodo vacacional, la restante multiplica horas y esfuerzos por un sustento que le permita subsistir el mayor tiempo posible. Ya hemos pasado la señalada fecha del 31 de agosto, en la que, oficialmente, se cierra la temporada estival, y en la que, mayoritariamente, se justifica que sea el día en el que más despidos se registren en la Seguridad Social (aunque a nadie se le escapa que los siguientes días se continúe trabajando sin dar de alta en el sistema). Podemos, por tanto, realizar una parte del balance inicial del verano.

Según los datos publicados por la Encuesta de Coyuntura Turística, la provincia de Castellón ha registrado una disminución en la actividad en el corto periodo de comparación de julio del 2018 con el mismo mes del 2017. No importará que en el acumulado del año siga incrementándose la actividad, o mucho menos que la rentabilidad por habitación haya crecido un 47,64% en cuatro años. Perpetuar el crecimiento de forma permanente es lo que nos ha llevado hasta aquí.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) nacen con la voluntad de adecuar la forma de producir por las empresas al entorno (personas consumidoras, trabajadoras, medio ambiente, etc.). Sin embargo, se continúa con el objetivo de crecer más que el año anterior, que el mes anterior o que el día anterior. El pomposo lenguaje se colma de cifras récord, sumas históricas... obviando el cómo fabricar y cómo repercute esa producción en el entorno.

EL SUBSECTOR HOTELERO en la provincia ha dado un paso más allá en materia de legislación laboral. El bloqueo del marco regulatorio de las condiciones laborales desde el 2011 resulta una maniobra torticera que abusa del cómo se produce a costa del nulo reparto de lo que se fabrica. En la época expansiva más intensa del turismo en la Comunitat, los hoteles de la provincia de Castellón han incrementado la rentabilidad por habitación en un 65,59%, manteniendo salarios del año 2011. Y no resultó suficiente cuando, además, acometieron medidas flexibilizadoras (eufemismo para hablar de reducción de costes salariales): crecimiento de los contratos a tiempo parcial, abusiva y fraudulenta temporalidad o, cuando no, el trabajo en negro, una realidad que no podemos obviar. El último dato de la provincia por parte de los técnicos de Hacienda cifra la economía sumergida en el 23%.

Y ahora retomemos la pregunta inicial: ¿realmente este turismo puede calificarse como sostenible, inclusivo y eje tractor del cumplimiento de los compromisos establecidos por los ODS?

Es evidente que no. Este sector queda muy alejado de la vía de la recuperación inclusiva, basada en el diálogo social, en la gobernanza compartida de las relaciones laborales y en la búsqueda de un trabajo decente. Por el contrario, la generación de beneficios y el impacto en el territorio no mantiene el equilibrio necesario.

Todos los agentes intervinientes, especialmente la Administración valenciana, deberían buscar medidas correctoras de esta anomalía en la provincia: el dudoso honor de ser el convenio colectivo del sector con mayor peso en el PIB que más tiempo permanece bloqueado. No parece suficiente que las medidas se concentren en la subvención a las empresas que alargan la duración de la actividad, sino que debería priorizarse el liderazgo a la hora de establecer condiciones adecuadas para que las partes en conflicto solucionen una situación que se prolonga de forma vergonzosa en el tiempo.

*Secretario de Acción Sindical, Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO PV