Querido lector, la semana pasada aproveché este rincón para hablar de la obligación que tiene el PSOE, Pedro Sánchez, de intentar la formación de un Gobierno de progreso en España. Aunque, eso sí, reconozco que me dediqué mas a criticar a todos aquellos que, como Felipe, Bono, el del bombo y el de la moto, han insinuado que el PSOE debería dejar que gobernara el partido más votado, al PP (posición política respetable pero, en todo caso discutible y, según mi criterio, inadmisible), que a defender las razones que justifican la formación del mencionado Gobierno de progreso. Gobierno que nadie dice que sea fácil o posible. Gobierno que parece casi imposible pero que, repito, el PSOE debe esforzarse en lograrlo por tres razones, no excluyentes de otras, pero esenciales.

La primera tiene que ver con el sujeto esencial de toda la acción política. Me refiero al bien de los vecinos, de las personas. De aquellos que, desde el primer instante, tienen el derecho de tener el mejor Gobierno con las mejores soluciones a los problemas que les aquejan. Hablo de una sociedad que no puede seguir soportando una política económica, laboral, social, etc., que les destruye como seres humanos y ciudadanos al recortarles o suprimirles derechos básicos y dejarlos sin el respeto que se merecen. Así, por ejemplo, hoy, en España, un trabajador con empleo no es un ser humano con garantías de poder vivir en condiciones de dignidad.

La segunda razón tiene que ver con el desarraigo y el descrédito que en estos momentos existe en torno a la política y a la democracia. Es decir, frente al sufrimiento que ha generado el capital financiero que impone una economía alejada de las necesidades humanas, frente a unos poderes públicos más preocupados por la tranquilidad del mercado que del bienestar del ciudadano, frente a unos políticos que aparecen más como vasallos de esos poderes que como portavoces comprometidos con la mayoría, frente a todo eso, la regeneración de la política y la democracia necesita un Gobierno de progreso que demuestre que los poderes públicos tienen la prioridad de defender la justicia social y el bien común. En caso contrario, el desprestigio puede generar situaciones difíciles para la convivencia.

La tercera razón, posiblemente, es la más simple. Y es que, el PSOE, tiene la obligación y la necesidad de ser y sentirse de izquierdas. De ser y sentirse herramienta útil ante la dura realidad social. De ser, sentirse y demostrar --por si se convocan nuevas elecciones generales--, que ha hecho todo lo posible por construir un proyecto de gobierno en defensa de la democracia y del bienestar de la mayoría social. H

*Experto en extranjería