La vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, ha sentido de cerca esta semana lo que para las comarcas desde Valencia capital hacia el norte de la Comunitat significa el bou al carrer. Primero fue en Vall d’Uixó y después en Sagunto, donde cuando hacía campaña para A la Valenciana (Compromís, Podemos y EU) no tuvo otro remedio que dar voz a los aficionados taurinos, indignados porque su compañero de partido y alcalde de Valencia, Joan Ribó, acababa de dictar una orden para prohibir el bou embolat en las pedanías de la capital del Turia.

Incongruencia supina de Compromís que quiere nadar entre dos aguas. Primero porque dicen ser una formación que no acepta el término prohibir, sino que son partidarios del diálogo. Y, segundo, porque Oltra y Ribó están en la misma orilla que Susana Nicolau, Víctor Garcia y Alfred Remolar, alcaldes de Almassora, l’Alcora y Betxí, que abanderan y defienden a ultranza la exhibición de toros en las fiestas de sus respectivos municipios.

Estos son solo tres ejemplos y Compromís sabe muy bien que en 130 de los 135 municipios de la provincia de Castellón el bou al carrer es sinónimo de cultura, tradición y fiesta. Y, por añadidura, salvo raras excepciones, en todos demuestran su amor por el toro bravo.