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Pocas fechas de descanso laboral como la Semana Santa constituyen una tormenta perfecta para el turismo, un puntal básico de la economía española con el 11,7% del total del PIB en el 2015. Son días, en el inicio de la primavera, en que esperan una importante ocupación las diferentes ramas del sector: el turismo de montaña y nieve, la contratación de viajes a ciudades españolas y extranjeras, e incluso los destinos en zonas costeras. La crisis desatada en el 2008 provocó una severa restricción en la actividad, con el consiguiente efecto en el mercado laboral por el descenso del empleo temporal. Las previsiones no solo confirman el repunte de los últimos años, sino un regreso a cifras propias de temporadas anteriores a ese 2008. Minivacaciones, sin embargo, con un tiempo inestable que ha ido mejorando.

El aumento de reservas de viajes y de ocupación hotelera se sitúa en torno al 10% respecto del 2015. El dato habla, en general, de recuperación económica y, en concreto, de repunte del consumo. Y sin esperar a ofertas de última hora. Otro elemento que ayuda a esa tormenta perfecta son los carburantes, el 15% más baratos que el año pasado por estas fechas. Un panorama, en definitiva, muy esperanzador cara a la temporada turística por excelencia del periodo estival.