De nuevo, se ha vuelto a poner en evidencia los diferentes ritmos de la justicia y la política. A pocos días de la constitución el Parlament resultante del 21-D y en pleno debate sobre quién será el presidente de la Generalitat, el Tribunal Supremo (TS) ha decidido que Oriol Junqueras permanezca en prisión preventiva. Los tres jueces de la sala de lo penal han desestimado los argumentos del líder de ERC al considerar que el ex vicepresident no ha renunciado al «enfrentamiento con el Estado» para lograr la independencia de Cataluña. Los magistrados consideran que existen indicios de la comisión de los delitos de «rebelión, sedición y malversación» y que hay riesgo de reincidencia en el delito pese a que también afirman que no consta que Junqueras diera órdenes directas para cometer actos de violencia. Según la resolución, la desobediencia pública de Junqueras a las sentencias del Tribunal Constitucional y las leyes impulsaron la movilización ciudadana. Por este motivo, el TS mantiene las medidas cautelares contra el líder de ERC.

Se mantiene así la prisión preventiva --una medida que debería ser cautelar y excepcional en nuestro ordenamiento jurídico-- sobre un diputado electo en las elecciones del 21-D, líder de la tercera fuerza más votada y que lleva en prisión desde el 2 de noviembre. Es esta condición de electo la que hace que los magistrados sostengan que Junqueras pueda reincidir en el delito (si se sigue su argumentación se llegaría a la conclusión de que solo si abandona la política este riesgo no existiría), base para decidir mantener la prisión preventiva.

La extensión en el tiempo de la prisión provisional de Junqueras no es una buena noticia, ya que de manera inevitable envenena el debate político de una crisis, la catalana, que solo puede encauzarse por la vía política.

El fallo llega en un momento, además, en el que el bloque soberanista debate de forma agitada sobre quién será el candidato a la presidencia. Junts per Catalunya insiste en que solo Carles Puigdemont debe ser el candidato, pero desde ERC se defiende que, si Puigdemont no regresa de Bruselas, el candidato sea Junqueras. Con el fallo del TS, los dos principales candidatos están o bien huidos o bien en la cárcel. La crisis catalana, pues, sigue en aguas turbulentas y desconocidas.