Era el eslogan que utilizamos en el grupo socialista de la Diputación durante los años que tuve el honor de ejercer la portavocía. Nos encontrábamos en un permanente debate sobre la necesidad o no de las diputaciones, debate que se escapa de lo local o provincial y que deberá ser abordado en una necesaria reforma constitucional.

Pero todos supimos entender que en nada beneficia a los ciudadanos «la parálisis por el análisis» y que nuestra obligación debía ser la de transformar la Diputación en un instrumento útil para nuestros ayuntamientos, que, por extensión, lo es para nuestros vecinos y vecinas.

No olvidemos de dónde veníamos. El modelo fabrista desvirtuó las posibilidades que una Administración local como ésta podía brindar para el progreso. Por eso llegamos a aprobar unos presupuestos, porque, a través del diálogo, logramos llegar a acuerdos que lanzaban varios mensajes a la ciudadanía de la utilidad de la política: que la Diputación debe estar para ayudar a los ayuntamientos, no para ser otro parlamento o contrapoder de nadie; que, a través de las inversiones públicas, se puede estimular la economía, ayudar a quienes peor lo están pasando; y que, sin lealtad institucional, no se puede hablar de verdadera democracia.

Una vez los ciudadanos han votado, nuestra primera obligación es colaborar con todos nuestros recursos para ponerlos a su servicio, y no al servicio de ayuntamientos amigos, de un partido, o de intereses privados.

El Plan 135 sin discriminación a las poblaciones más grandes (que también somos provincia), la lucha contra los mosquitos, los centros de respiro, las ayudas especiales para las poblaciones más pequeñas, la mejora de inversiones en carreteras para el interior, la mejora de las inversiones en depuradoras y redes de abastecimiento de agua, ruta de sabor, mejora del Sepam, participación en el programa Xarxa Llibres, el primer plan contra la despoblación... Son varios ejemplos de los diferentes avances que conseguimos entre todos. Me gustaría agradecer especialmente el trabajo de todos mis compañeros del grupo socialista en aquel momento, de todos los que antes han luchado por cambiar las cosas y, cómo no, a toda aquella corporación provincial.

Estos días hemos visto que, tan solo cinco meses después del cambio en la Diputación tras 24 años del PP, otra Diputación sí es posible. El presidente, José Martí, y su equipo (PSOE y Compromís) han presentado unos presupuestos que incorporan reivindicaciones que no logramos conseguir, como el primer fondo de cooperación municipal, el plan de igualdad, mejorar las políticas contra la despoblación, la solidaridad de los grandes con los pequeños... y, muy importante, mantiene aquellas cosas buenas que llegaron fruto del diálogo.

Esta misma semana el presidente Martí felicitaba a los diferentes grupos políticos por el alto consenso que están mostrando. Deseo que esto también se vea reflejado en el sentido del voto, con responsabilidad, como nosotros hicimos, en unos presupuestos que caminan hacia esa otra Diputación que entre todos tenemos la obligación de hacer posible.

*Alcalde de Vila-real