La pandemia del covid-19 ha dejado atrás a más de 900 valencianos, sin reconocimiento, sin luto oficial, sin banderas a media asta. Se han perdido las formas, o parece que sólo se recuerdan esas formas en determinados momentos. No hay mayor desprecio que la indiferencia.

El virus se ha cebado de una forma estrepitosa en nuestras residencias de mayores, ante la apatía y desidia de la Conselleria de Oltra y la de Sanidad de Barceló. Nunca el silencio de la gestión fue tan doloroso. El fallecimiento de nuestros mayores, en soledad, en silencio y sin respuesta, debería ser una bofetada a la humanización de la gestión política. El virus ha demostrado la debilidad de un gobierno, tan aparente como prepotente, tan débil como sin medios. No era una simple gripe, es un virus que mata.

Dejando de lado el perfil humano, que es el más importante, hay otro virus que se ha descubierto ahora, aunque no por ello menos conocido. Los impagos del Consell, las deudas del Consell es ese virus oculto, que ahora ya todos conocen.

Puig ha engordado su administración en más de 700 millones respecto a 2015. Ha tenido pérdidas que cubrir de su sector público, entre el 16 al 18, de más de 585 millones de euros, ha aumentando hasta 330 altos cargos y asesores. Todo ello, no para mejorar la vida de los valencianos, sencillamente para anclarse al poder.

Hoy se ha demostrado que el destino de recursos económicos al engorde de la administración fue una pésima decisión de Puig, buena para él, mala para los valencianos. Con 700 millones más al servicio de la sanidad o de la reactivación de la economía las cosas serían distintas.

Puig nunca se dará un baño de realidad, nos seguirá hablando de acuerdos, unidad y esfuerzos, pero, ¿y los esfuerzos de la administración?. No hay ningún ciudadano que en abril viva como en enero, todos hemos hecho esfuerzos y renuncias. Muchos han cerrado su negocio sin saber si podrán abrir. Sin embargo, ¿puede Puig mantener el Consell más amplio de la historia de Comunitat? No, no debe.

Las ayudas no llegan, y son escasas. No se puede mantener que estamos mal financiados cuando se demuestra que hay dinero para un Consell enorme, para un sector público lleno de empresas y enchufados, y donde a la hora de pedir esfuerzos y sacrificios solo se mira a los ciudadanos de a pie.

El Consell de Puig cerró 2019 debiendo a las empresas, asociaciones y entidades más de 2.500 millones de euros, ese es el otro virus. Los impagos del Consell son el otro virus, el que imposibilita la recuperación de la actividad económica. No vale ahora hablar de dotar de liquidez a nuestras empresas cuando quien las ha ahogado en 2019, antes del covid-19, ha sido el Consell. Puig decidió engordar el gobierno valenciano, asfixiar con impagos a nuestras empresas, y eso se está viendo ahora.

Puig gestiona la empresa más grande de la Comunitat y es su deber dotar de medios y protección a sus trabajadores. Sin test, sin medidas de protección, el virus del covid-19 seguirá. El virus de la morosidad del Consell y el engorde de la administración solo tiene una receta, pagar y adelgazar la administración. No hay que prometer ayudas, hay que pagar las que se deben, que son muchas.

*Diputado del PP en Les Corts