El diputado canario Alberto Rodríguez, conocido en Podemos como el Rastas, se va convertir en el tercer secretario de organización del partido en cinco años. Sustituye a Pablo Echenique, que hace algo más de tres años relevó al errejonista Sergio Pascual, en una decisión que fue el embrión del posterior alejamiento del partido de Íñigo Errejón. Pablo Iglesias puede ir cambiando secretarios de organización cada dos o tres años, pero eso no solucionará los problemas de Podemos, que no son solo de organización. Echenique paga ahora el desastre de los resultados del 26-M, que supera incluso al del 28-A, donde ya se produjo un descalabro. Pero en las elecciones autonómicas y municipales fue mucho peor, ya que Podemos perdió más de 60 diputados regionales, quedó sin representación en Cantabria y Castilla-La Mancha y el único alcalde seguro de continuar en los ayuntamientos del cambio es el de Cádiz, José María González, Kichi, crítico con Iglesias. El líder de Podemos echó primero las culpas a los barones autonómicos, pero las voces críticas le exigen que asuma sus responsabilidades.

Los responsables de la crisis están en la cúpula. Desde la fallida alianza con IU y la salida de Errejón y de otros fundadores, Podemos ha roto con sus confluencias y no ha vuelto a ser el partido que fue. Ha quedado reducido a una organización cerrada, dogmática, ensimismada, a la que ni siquiera le ha funcionado el intento de hacer errejonismo sin Errejón.