Es una frase valenciana que significa que los que pagamos el pato somos los que no tenemos la culpa. Eso está pasando en el Ayuntamiento de Castellón. El buen propósito de estrenar un 2020 mejor para todos se ha visto entorpecido por el conflicto que mantienen los socios del Acord de Fadrell. Socialistas, nacionalistas y asamblearios andan enfrascados en litigios que lo único que hacen es paralizar la gestión política que debe traer oportunidades a nuestra ciudad, de manera que, nuevamente, somos los castellonenses quienes pagamos los platos rotos de un gobierno municipal que no se pone de acuerdo para gobernar.

Hemos puesto el pie en enero sin un borrador de presupuesto, ni fecha para aprobarlo. A sabiendas de que el presupuesto anual recoge las necesidades y el compromiso del gobierno para llevarlas a cabo, otra vez nos encontramos con un tripartito que da la espalda a sus vecinos, retrasando unas cuentas por interés partidista. En lugar de preocuparse de lo que de verdad importa, atraer inversores que generen empleo, seguimos instalados en los 13.500 parados estructurales, el gobierno ha preferido garantizar sus privilegios.

Quienes gobiernan Castellón lo hacen con una subida de sueldo del 52% y blindados ante los posibles casos de corrupción para perpetuarse en el poder. Secundario resulta el Plan General, hacer realidad promesas en materia educativa, sanitaria, de accesibilidad, de limpieza, de comercio, de turismo, de participación ciudadana o seguridad. En ello debería implicarse el gobierno municipal para afrontar un próspero cambio de década, pero sus reproches y amenazas auguran año convulso, donde quien pierde es la ciudadanía.

*Portavoz del PP en el Ayuntamiento de Castellón