Querido lector, un amigo periodista me dijo que escribía artículos como un político. Catalogación que me pareció lógica, pues venía de ese mundo y escribía sobre él. Aunque, dicho se de paso, se refería a que el periodista suele dar la noticia de entrada y posteriormente la explica, mientras que mi forma de escribir artículos era la de aportar razones que permitían sacar y entender una conclusión o propuesta.

Pero, por esta vez, voy a utilizar el estilo periodístico y, sin más explicación: solicito que el Ayuntamiento de mi pueblo, el de la Vall d’Uixó, elabore un informe que permita saber a los vecinos cuántas demandas han presentado los trabajadores del ayuntamiento durante los años de mandato del PP y contra la concejalía de personal por supuestas violaciones de derechos laborales o fundamentales, cuántas sentencias les dan la razón, a cuántos suben las indemnizaciones que son fruto de la mala gestión y cuántos juicios y sentencias faltan por salir. Solicito, también, que se busque la formula legal, si es que cabe posibilidad, para que la concejala o los cargos públicos que repetidamente han provocado esa vergüenza y derroche de fondos públicos, paguen las indemnizaciones de su bolsillo. Solicito, en última instancia, que los jueces, cuando vean que no es un caso aislado, sino que es continuo, puedan inhabilitar a estas personas para la gestión pública.

¿Que por qué lo digo? Porque ver las sentencias que ya se conocen del 2013, 2014, 2015 y 2016 y las cifras de indemnizaciones es algo que escandaliza (20.000 €, 85.000 €, 73.000 €, 42.000 €, 22.000 €, 12.000 €, 150.000 €, etc.). Además, como aún quedan muchos juicios y sentencias que siguen evidenciando el desorden que ha existido en la gestión del personal, se espera que al final las indemnizaciones se acerquen a los 1,5 millones de euros. Por cierto, si alguien se pregunta ¿qué ha pasado durante esos años? La respuesta es simple: que lejos de gobernar el delicado asunto de personal desde la ley, el diálogo y la concertación (y aún así aparecen problemas), se ha hecho desde la ignorancia, el engreimiento y el desprecio a los funcionarios y a sus organizaciones.

¡Ah! Esta es la simple opinión de un ciudadano, es decir, de alguien que pertenece a la misma comunidad, que tiene derechos y deberes y vive en el marco de una democracia que no existiría si la sociedad civil no pudiera expresar demandas. Un ciudadano que exige que se cumpla en la Vall lo que en el Mayo 68 se escribió en la pared de la Sorbona de París: “Que todos contemplen su trabajo y en el futuro puedan decidir conociendo que fue una mezcla de intereses personales, injusticias y nada”. H

*Experto en extranjería