El fenómeno LAT nació en los países anglosajones, pero está tomando fuerza en todo el mundo occidental. Las iniciales LAT (Living Apart Together) hacen referencia a aquellas parejas que deciden ser novios, pero no vivir bajo el mismo techo. Una encuesta indica que en España alrededor del 10% de las parejas lo son en este formato. Al parecer, entre los jóvenes, este tipo de vinculación se escoge como el único modo de conservar un tiempo exclusivo para uno mismo con el objetivo de preservar la individualidad. Sin embargo, entre los que tienen mas edad, abundan las personas divorciadas que eligen iniciar una relación, pero priorizan la convivencia con sus hijos, sin compartir gastos, ni educación, o bien simplemente lo que no quieren es adaptarse a las costumbres del otro.

Así, encuentran en este modelo de pareja una manera de acoplar las múltiples responsabilidades que se han ido asumiendo con el paso de los años. En definitiva, podríamos decir que los jóvenes no quieren sacrificar su independencia y los mayores han acumulado compromisos complicados de encajar. Se quieren, comparten confidencias, intimidad... pero no hogar. Este modelo de pareja ayuda a mantener viva la llama al favorece el amor más pasional, con tintes más románticos que la pareja tradicional.

Hasta aquí, la parte más amable, pero existe otra cara. Se sabe que el 30% de los que viven así su relación de pareja lo hacen como una decisión personal; para el resto (70 %) no ha habido otra alternativa, pues la insolvencia económica les ha impedido emanciparse. Lo cierto es que, aunque vivir como sempiternos novios parece sugerente, puede que detrás de este formato haya un miedo al compromiso, un retraso en la madurez o un enganche emocional del adulto con su familia de origen.

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)