El fin del boom inmobiliario en España da por inaugurada una pretendida crisis que, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que marcará una época. Crisis que, sin duda, dejará huella tanto en el devenir como en el porvenir de varias generaciones de ciudadanos y ciudadanas de este país.

Se han vertido multitud de opiniones sobre el origen de la misma, seguramente todas muy solventes. Sin embargo, mi percepción y, por tanto, mi opinión sobre esta pretendida e inmoral crisis sistémica pasa por la ingeniería social, laboral y política de un capitalismo salvaje que se autorregula y avanza en pos de una mayor eficacia en la consecución de sus objetivos, que no son otros que el mantenimiento de un sistema hecho a medida por gurús del neoliberalismo más agresivo y la consecución de unas plusvalías escandalosas.

Las políticas regresivas llevadas a cabo por el Gobierno del PP han arrasado proyectos vitales, sistemas de convivencia y un estado de protección social en desarrollo. Un sistema de protección social que se encuentra en estado de colapso como consecuencia de las mismas. Un mercado de trabajo precarizado que se suma a las insuficiencias del sistema, y agrava, asimismo, la situación para millones de personas.

La también pretendida recuperación no alcanza a multitud de colectivos sociales de nuestro país, siendo los casos más sangrantes el de los jóvenes, las personas que tienen un trabajo precario y el de muchos parados y paradas de larga duración.

Caso aparte merece la situación de la dependencia. Según recoge la edición de julio de 2017 de la Gaceta Sindical de CCOO, más de 335.000 casos (el 27%) se encuentran a la espera de una prestación efectiva y 100.000 solicitudes, en espera de ser valoradas. Los recortes de 2012 han tenido importantes consecuencias sobre la calidad y la estabilidad del empleo generado en los servicios sociales asociados a la atención a la dependencia, con un aumento de la temporalidad y parcialidad, que en algunos servicios alcanzan al 39,1% de los contratos. El empleo se concentra mayoritariamente en los servicios residenciales (con más de 289.000 trabajadores y trabajadoras), mientras que en los servicios sociales sin alojamiento trabajan casi 202.000 personas. En total, este sector da empleo a casi medio millón de trabajadores, la mayoría mujeres. Para garantizar la atención a la dependencia, desde CCOO consideramos imprescindible aumentar la financiación para asegurar los recursos que precisa la plena implantación del sistema (reducción de la lista de espera y reconocimiento de servicios profesionales).

La precariedad, el miedo a la exclusión y la pobreza empujan a aceptar condiciones de trabajos del todo inadmisibles, en una relación equilibrada entre los actores que intervienen en el mundo del trabajo. La precariedad va de la mano de la falta de prevención y de accidentes mortales, las estadísticas así lo corroboran.

Así que ya está bien. Tenemos que recuperar lo que es nuestro por derecho, tenemos que volver a una concertación social capaz de crear salidas, rediseñar nuestro sistema social y nuestras prestaciones y servicios públicos. Tenemos que recuperar nuestro futuro. Es hora de pasar a la ofensiva y desde CCOO lo haremos como siempre lo hemos hecho, con propuestas y mucha responsabilidad.

*Responsable Organización Servicios a la Ciudadanía CCOO Comarques del Nord