La ultima vez que estuve en Bruselas fue hace unos años para recoger con mucho orgullo la bandera que nos acreditaba como Ciudad Europea del Deporte. Cuando el pasado martes vi por la tele el aeropuerto de Bruselas lleno de polvo, sangre y gente corriendo despavorida tras la explosión de dos bombas, pensé que podríamos ser cualquiera de nosotros los que nos hubiéramos encontrado con el terror de frente. Hay cientos de castellonenses estudiando, trabajando o viajando a Bruselas cada día.. Sin ir más lejos, el hijo de un compañero y amigo, concejal del Grupo Municipal Popular, que me relató su angustia hasta saber que estaba sano y salvo. Europa, Tan lejos... Tan cerca....

Precisamente es en Bruselas, en la capital de la convivencia, donde nació la idea de la seguridad como pilar sobre el que construir el progreso de los pueblos, en la cuna de la integración, de la unidad en la diversidad, han atentado quienes no tendrán nunca más argumentos que las bombas. El corazón de Europa, desde donde dibujamos la libertad y la tolerancia, no sin sacrificio, ha sido atacado por quienes creen tener una causa y no tienen más que ira y rencor en sus entrañas. Las lágrimas del mundo y los mensajes de dolor y apoyo desde todos los rincones, nos recuerdan la barbarie. Nos matan porque creemos en la libertad y la defendemos todos los días. Nos matan porque el diálogo es nuestra única arma, porque la tolerancia es nuestra bandera. Pero, sobre todo, nos matan porque estamos unidos frente al terror y no dejaremos de estarlo.

Hoy Europa es más una idea que un lugar. Esa idea que un día llevó a unos cuantos hombres a sembrar la semilla de la libertad y del progreso, sigue hoy más viva que nunca.

Estamos en guerra, en una de esas guerras que los expertos llaman “de cuarta generación”, basada en el uso sistemático del terror para coaccionar a sociedades y gobiernos. Una guerra sucia y cobarde, en la que los terroristas se esconden para atacar a civiles indefensos y crean la confusión aprovechando los prejuicios en materias tan sensibles como el drama humano de los refugiados.

Frente al ataque, ciudadanos y dirigentes políticos debemos responder con rotundidad, con convicción y con la altura de miras que se espera de nosotros. Y en la Unión Europea debemos repensar nuestra política de seguridad, pensando globalmente y actuando localmente, teniendo en cuenta que nos enfrentamos a un enemigo de la libertad. Un enemigo disperso, oculto y que se alimenta cuando somos débiles o no estamos unidos. Un enemigo sin escrúpulos, pero también un enemigo cobarde y sin valores... Ni un paso atrás. H

*Portavoz del PP de Castellón